6 Cuando nuestro Dios se irrita, las piedras se convierten en polvo, como si el fuego las fundiera; cuando nuestro Dios se enfurece, nadie puede mantenerse firme.
6 ¿Quién podrá quedar en pie ante su ira feroz? ¿Quién podrá sobrevivir ante su furia abrasadora? Su furor arde como el fuego, y ante él las montañas se desmenuzan.
6 ¿Quién podrá resistir ante su enojo?
¿Quién podrá soportar el ardor de su cólera?
Su furor se extiende como el fuego,
y las rocas se quiebran ante él.
6 z Delante de su indignación ¿Quién podrá estar en pie? ¿Quién podrá resistir el ardor de su ira? j Su enojo se vierte como el fuego, Y ante Él se desmenuzan las peñas.
Entonces Dios le dijo: —Sal de la cueva y permanece en pie delante de mí, en la montaña. En aquel momento Dios pasó por allí y, al pasar, sopló un viento muy fuerte que estremeció la montaña, y las piedras se hicieron pedazos. Pero Dios no estaba en el viento. Después del viento vino un terremoto. Pero Dios no estaba en el terremoto.
En Jerusalén los pecadores se llenan de miedo, los malvados tiemblan y dicen: «No podremos sobrevivir al fuego destructor de Dios; es un fuego que no se apaga y no quedaremos con vida».
Pero tú, nuestro Dios, eres el Dios verdadero; ¡Tú nos das vida y reinas por siempre! Cuando te enfadas, tiembla la tierra; ¡no hay nación que resista tu furia!
Borró Dios nuestro poder cuando se enfadó con nosotros. Nos enfrentamos al enemigo, pero Dios nos retiró su ayuda. ¡Todo Israel arde en llamas! ¡Todo lo destruye el fuego!
Rompió en mil pedazos la ciudad de Jerusalén y acabó con todas las cosas valiosas. Como si fuera nuestro enemigo, empleó su fuerza contra nosotros; su ira fue como un fuego que nos destruyó por completo.
Ezequiel, yo enviaré fuego sobre Magog y sobre la gente que vive tranquila en los países más lejanos. Mostraré mi grandeza en medio de mi pueblo y no dejaré que mi nombre vuelva a ser deshonrado. Entonces todas las naciones reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
No quedaré satisfecho hasta haber calmado mi ira contra vosotros. Voy a pediros cuentas. Voy a castigaros y hacer que sufráis las consecuencias de vuestras odiosas acciones. Así tendréis que reconocer que soy yo, el Dios de Israel, quien os castiga.
Entonces oí una fuerte voz que salía del Templo y que ordenaba a los siete ángeles: —Id y vaciad sobre la tierra las siete copas que representan la ira de Dios.