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Miqueas 7:1 - Biblia Lenguaje Básico

1 Yo, Miqueas, soy un miserable, y quisiera calmar mi apetito. Ando en busca de uvas o higos, pero no encuentro nada que comer ya todo lo han cosechado.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer; mi alma deseó los primeros frutos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Miserable de mí! Me siento como el recolector de fruta que después de cosechar no encuentra nada que comer. No encuentro ni un racimo de uvas ni uno de los primeros higos para saciar mi hambre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pobre de mí, pues me parezco a los que recogen espigas después de la siega o a los que rebuscan racimos después de la vendimia, pero no hay ni un racimito para probarlo ni una de esas primeras brevas que me gustan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de mí! Porque soy como el último de los frutos de verano, Como el rebusco después de la vendimia, Cuando ya no queda racimo que comer, Ni las brevas que desea mi alma.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de mí! Pues soy como espigador en otoño, como rebuscador en la vendimia. No hay un racimo que comer, ni una breva de las que tanto ansío.

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Miqueas 7:1
14 Referans Kwoze  

¡Pobre de mí! ¡Soy un hombre sin patria que vive entre gente enemiga!


Hay muchos que afirman ser leales, pero pocos encuentran gente de fiar.


Serán los israelitas entre las naciones como las pocas aceitunas que quedan en el olivo después de golpearlo, como los escasos frutos que quedan en la viña después de la vendimia.


¡Por todos los rincones del mundo se oirán cantos de alabanza para el Dios que ama la justicia! «¡Siento que estoy perdido, mi ánimo está por los suelos! No se puede confiar en los traidores, porque engañan y no tienen compasión».


y esa flor ya marchita, que es su capital y domina el fértil valle, será como fruta madura que la arranca y se la come el primero que la ve.


Entonces exclamé: «¡Ahora sí voy a morir! Porque yo, que soy un hombre pecador y vivo en medio de un pueblo pecador, he visto al rey del universo, al Dios todopoderoso».


Jeremías se quejó diciendo: ¡Sufro mucho, madre mía! ¿Por qué me diste a luz para tener que discutir y enfrentarme a todo el mundo? A nadie le hice daño, pero todos me maldicen.


En una de las cestas había higos muy buenos, de los que maduran primero, pero en la otra cesta solo había higos podridos imposibles de comer.


Escucho gritos de dolor. ¿Será acaso una mujer dando a luz por primera vez? No, no es eso; son los gritos de Jerusalén que pide ayuda entre gemidos y exclama con los brazos extendidos: ¡Ay de mí, que he caído en manos de asesinos!


Tú, Baruc, siempre estás quejándote. Dices que eres muy infeliz y que yo solo te hago sufrir cada vez más. También dices que ya estás cansado de sufrir y que no logras descansar.


Id por las calles de Jerusalén; mirad bien por las plazas y buscad a una sola persona buena, que haga justicia y diga la verdad. Si la encontráis, entonces yo perdonaré a la ciudad.


Grande fue mi alegría cuando te hallé por primera vez. Fue como hallar uvas en el desierto; fue como cortar los primeros frutos. Pero al llegar a Baal Peor tus antepasados se hicieron odiosos por adorar a dioses falsos, a esos ídolos que tanto amaban.


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