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Miqueas 5:1 - Biblia Lenguaje Básico

1 En cuanto a ti, Belén Efrata, eres un pueblo pequeño entre los pueblos de Judá, pero llegarás a ser muy importante. En ti nacerá un rey de familia muy antigua, que gobernará sobre Israel.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Formen las tropas! El enemigo pone sitio a Jerusalén. Con una vara golpeará al líder de Israel en la cara.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pero tú, Belén Efrata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, tú me darás a aquel que debe gobernar a Israel: su origen se pierde en el pasado, en épocas antiguas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Rodéate ahora de muros hija de guerreros! Nos han sitiado; Con vara herirán en la mejilla al Juez de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Pero tú, Belén, Efratá, aunque eres pequeña entre los clanes de Judá, de ti me ha de salir el que ha de dominar en Israel. Sus orígenes vienen de antaño, de tiempos lejanos.

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Miqueas 5:1
35 Referans Kwoze  

Raquel murió, y la enterraron en el camino de Efrata, que ahora es Belén.


Judá tendrá siempre en sus manos el cetro y el bastón de mando, hasta que llegue aquel a quien verdaderamente deben los pueblos obediencia.


Al oír esto, Sedecías hijo de Quenaná, se acercó, dio una bofetada a Miqueas y le dijo: —¿Cómo te atreves a decir que el espíritu de Dios me ha abandonado y te ha hablado a ti?


Entonces Dios envió bandas de caldeos, sirios, moabitas y amonitas, para que atacaran y destruyeran Judá. Así se cumplió lo que Dios había anunciado por medio de sus profetas.


Todos se han puesto en mi contra; se burlan de mí y me dan bofetadas.


Aún no había creado la tierra cuando antes que nada me formó a mí.


Le ordenaré que ataque a este pueblo malvado; que le quite sus riquezas y lo pisotee como al barro de las calles.


Dios es nuestro juez y nuestro rey, él es quien nos salvará.


¡Escuchad esto, naciones lejanas, de nada sirve que os preparéis para la guerra! Aunque os arméis hasta los dientes, quedaréis aplastadas sin remedio.


Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y recibirá estos nombres: Consejero Admirable, Dios Invencible, Padre Eterno, Príncipe de Paz.


voy a enviar contra vosotros a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a todos los pueblos del norte. Ese rey está a mi servicio, así que lo enviaré contra esta nación y sus habitantes, y contra los pueblos de alrededor. Voy a destruirlos por completo; voy a convertirlos en un montón de ruinas, en objeto de horror y de burla. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Ya está en marcha un ejército. Ha salido para destruir naciones, y también destruirá vuestro país. Os atacará como si fuera un león que sale de su cueva. Las ciudades quedarán en ruinas y nadie podrá vivir en ellas.


Voy a destruir esta ciudad y la dejaré convertida en un montón de escombros. Todo esto pasará cuando llegue el rey de Babilonia a quien he encargado ejecutar la sentencia.


—Ezequiel, hombre mortal, toma nota de esta fecha, porque hoy mismo el rey de Babilonia ha empezado su ataque contra Jerusalén.


Tú debes entender bien esto: Pasarán siete semanas desde que se dé la orden de reconstruir Jerusalén hasta la llegada del Príncipe elegido. Y pasarán otras sesenta y dos semanas hasta que sean reconstruidas las murallas y las calles de Jerusalén. ¡Serán días de angustia y tristeza!


¡Yo les quitaré la vida a su rey y a sus príncipes! Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Voy a hacer que los babilonios os ataquen sin piedad. Son un pueblo muy cruel y recorren el mundo para adueñarse de la tierra de los demás.


Cuando escucho todo esto, me tiemblan los labios y se estremece mi cuerpo; siento que mis huesos se desmoronan y que el suelo se hunde bajo mis pies. Pero yo espero con paciencia el día en que castigarás a los que ahora nos atacan.


Entonces algunos le escupieron en la cara y lo golpearon. Otros le pegaban en la cara,


Lo escupían y, con la misma vara que le habían dado, le pegaban en la cabeza.


Pero ahora yo os digo: «No tratéis de vengaros de quien os hace daño. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, deja que te pegue también en la izquierda.


Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del Templo le dio una bofetada y le dijo: —¡Esa no es manera de contestarle al jefe de los sacerdotes!


y, acercándose a él, dijeron: —¡Viva el rey de los judíos! Y le daban bofetadas.


Entonces Ananías, el jefe de los sacerdotes, ordenó que golpearan a Pablo en la boca.


¡Hasta aguantáis a quienes os tratan como esclavos y se aprovechan de vosotros, a quienes os engañan y desprecian, y a quienes os golpean en la cara!


Desde muy lejos Dios traerá contra vosotros un pueblo enemigo. Vendrá de un país que no conocéis y del que no entendéis su idioma. Se trata de un pueblo que ataca con gran rapidez, como el águila en vuelo.


Dios es el Dios eterno, y siempre te protegerá; pondrá en fuga a tus enemigos y te ordena que los destruyas.


Había también en ese tiempo un joven de la tribu de Leví, que vivía como inmigrante en Belén de Judá.


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