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Miqueas 4:9 - Biblia Lenguaje Básico

9-10 Y ahora, Jerusalén, ¿por qué lloras y te retuerces de dolor como si fueras una mujer con dolores de parto? Pero no hay razón para que llores; tienes rey y no te faltan consejeros. Más bien, llora porque tus habitantes te abandonarán y vivirán en el campo, y después serán llevados a Babilonia. Sin embargo, yo los pondré en libertad; ¡yo mismo los libraré del poder de sus enemigos!

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Biblia Reina Valera 1960

9 Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Ahora pues, ¿por qué gritas de terror? ¿Acaso no tienes rey que te dirija? ¿Han muerto todos tus sabios? El dolor te ha apresado como a una mujer durante el parto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 ¿Por qué ahora gritas de esa manera? ¿Te quedaste sin rey o desaparecieron tus ministros para que te quejes de dolor como mujer que da a luz?

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y ahora, ¿por qué clamas así? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero? ¿Te sorprendió el dolor como a parturienta?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y ahora, ¿por qué clamas tanto? ¿Es que no tienes rey? ¿Pereció tu consejero, para que te asalten convulsiones como las de una parturienta?

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Miqueas 4:9
20 Referans Kwoze  

Os llenaréis de angustia, os retorceréis de dolor, como la mujer en el momento de dar a luz. Os miraréis asombrados y en la cara se reflejará vuestro terror.


Cuando veo lo que Dios hace con Babilonia, me tiembla todo el cuerpo; me causa un terrible dolor, como el que siente una mujer cuando va a tener un hijo. La angustia no me deja oír, el miedo no me deja ver.


Nuestro dolor ante ti, ¡oh Dios!, ha sido grande, como el de una mujer con dolores de parto.


Solo veo banderas enemigas y escucho sus trompetas victoriosas. ¿Hasta cuándo tendré que soportarlo?


Escucho gritos de dolor. ¿Será acaso una mujer dando a luz por primera vez? No, no es eso; son los gritos de Jerusalén que pide ayuda entre gemidos y exclama con los brazos extendidos: ¡Ay de mí, que he caído en manos de asesinos!


Sus ciudades van a ser conquistadas, sus fortalezas, destruidas. En aquel día sus guerreros, asustados, temblarán como tiemblan las mujeres cuando dan a luz.


Al saber la noticia el rey de Babilonia tiembla de miedo y se retuerce de dolor como mujer que va a dar a luz.


Desde un país lejano me llegan los gritos de mi pueblo; «Ya no habita Dios en Jerusalén, ya no está allí nuestro rey». «Eso sucede, responde Dios, porque los israelitas me han ofendido dando cultos a los ídolos sirviendo a dioses extranjeros».


La sombra que nos protegía en medio de las naciones era nuestro rey, el ungido de Dios. ¡Pero hasta él cayó prisionero!


Ahora vosotros decís: «Por no respetar a Dios, nos hemos quedado sin rey. Pero aunque lo tuviéramos, ya no podría ayudarnos».


¡Qué torpe eres, Israel! ¡Te pareces a esos niños que están a punto de nacer, pero no se colocan en la posición adecuada para el parto!


Lo mismo sucederá con los israelitas: durante mucho tiempo no tendrán rey ni príncipe; tampoco podrán presentar ofrendas a Dios, ni tendrán signos sagrados ni sacerdotes ni ídolos familiares.


Entonces Dios dará a ese rey toda su fuerza y poder para dirigir a su pueblo y hacerlo vivir en paz. Será un rey que extenderá su dominio hasta el último rincón de la tierra.


Cuando una mujer embarazada está dando a luz, sufre en ese momento. Pero una vez que nace el bebé, la madre olvida todo el sufrimiento y se alegra porque ha traído un niño al mundo.


La mujer estaba embarazada y daba gritos de dolor, pues estaba a punto de dar a luz a su hijo.


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