Dile de mi parte lo siguiente: ¡Te ha llegado la hora, ciudad de Jerusalén! Pronto serás castigada. Has matado a tus habitantes, y has rendido culto a ídolos que tú misma has fabricado. Por eso voy a dejar que todos los pueblos y naciones se burlen de ti. Te has ganado la fama de ser una ciudad corrupta y llena de ídolos.