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Miqueas 2:3 - Biblia Lenguaje Básico

3 Por eso yo, el Dios de Israel, os digo esto: También yo tengo planes contra vosotros: estoy planeando enviaros una desgracia de la que no podréis libraros. Os vienen tiempos tan difíciles que ya no os quedará ni pizca de orgullo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí, yo pienso contra esta familia un mal del cual no sacaréis vuestros cuellos, ni andaréis erguidos; porque el tiempo será malo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Pero esto es lo que dice el Señor: «Pagaré su maldad con maldad; no podrán librar su cuello de la soga. No volverán a caminar con orgullo, porque será un tiempo terrible».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Por eso, dice Yavé, yo también tramo el mal contra esa gente, una desgracia tan grande que no podrán hacerle el quite ni caminar con la frente en alto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Por tanto, así dice YHVH: Ahora me toca a mí planear contra esta estirpe un mal Del cual no podréis apartar el cuello, Ni podréis seguir caminando erguidos, Tal tiempo de calamidad será.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Por eso, así dice Yahveh: 'Mirad que yo estoy tramando contra esta familia un mal del que no podréis apartar el cuello. No andaréis ya erguidos, pues será un tiempo de desdichas.

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Miqueas 2:3
29 Referans Kwoze  

Ese día desaparecerán los insolentes, los orgullosos, y los que solo piensan en el mal.


Dios dice a las mujeres de Jerusalén: «Mujeres de Jerusalén, sois tan orgullosas que andáis con el cuello estirado, miráis a todos con desprecio, os meneáis al caminar y llamáis la atención haciendo sonar los adornos que lleváis en los tobillos.


Para colmo, os atrevéis a decir: «Que Dios nos demuestre que cumplirá todo lo que ha prometido; que el Dios único y todopoderoso se dé prisa en cumplir sus planes, para que podamos conocerlos».


Y ahora, Jeremías, advierte a la gente de Judá y a los que viven en Jerusalén que yo, el Dios de Israel, voy a enviarles un desastre. Diles que dejen de comportarse mal y que cambien su conducta.


Al rey Sedecías le di el mismo mensaje, diciéndole: Si queréis seguir con vida, rendíos y poneos al servicio del rey de Babilonia y de su pueblo,


Vosotros no me habéis obedecido, no habéis cumplido el compromiso de dejar libres a vuestros compatriotas que teníais como esclavos. Pues bien, yo sí voy a permitir que la guerra, las enfermedades y el hambre actúen libremente contra vosotros, que os convertiréis en motivo de espanto para todas las naciones de la tierra. Recordad que cuando hicisteis el pacto conmigo, lo confirmasteis con la ceremonia de partir un novillo en dos partes pasando luego por entre las dos mitades, mientras decíais: «Que Dios haga lo mismo con nosotros si no cumplimos el pacto».


A medida que Jehudí leía tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con una navaja y las arrojaba al fuego. Así lo hizo, hasta quemar todo el libro.


Azarías, Yojanán, y otras muchas personas le contestaron con arrogancia: —Jeremías, tú nos dices que no vayamos a vivir a Egipto, pero Dios no te envió a decirnos eso. ¡Eres un mentiroso!


Dispersaré por todo el mundo a esta gente tan malvada, y los que queden con vida preferirán morir antes que seguir viviendo. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Juntó Dios todos mis pecados, hizo un fardo con ellos y me los ató al cuello. Ya no me quedan fuerzas; Dios me ha entregado al enemigo, y no puedo defenderme.


Una vez, años atrás, Dios juró que te destruiría, y ha cumplido su palabra: te destruyó sin compasión y permitió que tus enemigos emplearan su poder contra ti.


El enemigo nos oprime; estamos fatigados y no hay descanso.


De mí no podrán escapar ni los corredores más veloces, ni los soldados más fuertes, ni los guerreros más valientes, ni los arqueros más diestros, ni los que huyan a caballo;


Escuchad, israelitas, esta palabra que Dios pronuncia contra vosotros, contra todo el pueblo al que Dios hizo salir de Egipto: De todos los pueblos de la tierra, solo a vosotros os elegí, solo a vosotros os saqué de Egipto. Por eso voy a haceros pagar toda la maldad que habéis cometido.


Hay tanta maldad hoy en día que los sabios prefieren callarse.


¡Qué mal os va a ir, gente malvada! Al acostaros hacéis planes perversos y cuando os levantáis los lleváis a cabo, porque tenéis el poder de hacerlo.


Por ayudarme, pusieron en peligro sus vidas, así que les estoy muy agradecido, como lo están las iglesias cristianas que no proceden del judaísmo.


Aprovechad cualquier oportunidad que tengáis de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos.


Por eso Dios enviará contra vosotros muchos enemigos que os harán sus esclavos. Dios os quitará todo y viviréis en la pobreza. No tendréis comida, ni agua, ni ropa. ¡Seréis sus esclavos y acabarán por destruiros!


Por eso debéis tener en cuenta que Dios no tendrá compasión de quienes no se compadecieron de otros. Pero los que tuvieron compasión de otros, saldrán bien del juicio.


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