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Miqueas 2:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Y es que solo seríais felices con profetas mentirosos que os dijeran: «si nos dais vino y licor, profetizaremos a favor vuestro».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Si alguno andando con espíritu de falsedad mintiere diciendo: Yo te profetizaré de vino y de sidra; este tal será el profeta de este pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Supongamos que un profeta lleno de mentiras les dice: «¡Les predicaré las delicias del vino y del alcohol!». ¡Esa es la clase de profeta que a ustedes les gustaría!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Si un falso profeta fuera capaz de decir: 'Yavé te va a dar vino y aguardiente', éste sería el profeta de ese pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Si viniera un tal profeta, Soltando vanidades y engaños, diciendo: Os anuncio que tendréis vino y licores. ¡Ése tal sí sería profeta para este pueblo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Si un hombre corriera tras el viento y dijera mentiras como ésta: 'Yo te haré profecías a cambio de vino y licores', ése sería el profeta digno de este pueblo.

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Miqueas 2:11
35 Referans Kwoze  

El anciano le dijo: —Yo también soy profeta, y un ángel me dio este mensaje de parte de Dios: «Lleva al profeta de Judá a tu casa para que coma pan y beba agua». El profeta de Judá no sabía que el anciano le estaba engañando,


Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de cuatrocientos, y les preguntó: —¿Debo atacar a Ramot de Galaad para recuperarla? Los profetas le contestaron: —Atácala. Porque Dios te la va a entregar.


Yo nunca he sido un embustero, nunca he mentido a nadie.


Hay quienes presumen de dar, pero nunca dan nada; son como nubes llevadas por el viento, que anuncian lluvia ¡y no llueve!


Los profetas y los sacerdotes se tambalean y tropiezan de tanto licor como beben. Están demasiado borrachos y no tienen seguridad en sus visiones, titubean al tener que decidir.


Los propios guías extraviaron al pueblo, y todos equivocaron el camino.


Dios me contestó: —Esos profetas que dicen hablar de mi parte, son unos mentirosos. Yo no los he enviado, ni les he dado ninguna orden. Es más, ni siquiera he hablado con ellos. Sus mensajes son una mentira, ¡un invento de su propia imaginación! Dicen que no habrá guerra ni hambre en este país, pero yo les digo que ellos mismos morirán de hambre o víctimas de la guerra. No solo ellos morirán, sino también sus esposas, sus hijos y sus hijas. Sus cadáveres quedarán tirados por las calles de Jerusalén y no habrá nadie que los entierre. ¡Así les haré pagar su maldad!


Pero los profetas de Jerusalén son aún peores que ellos; no solo me son infieles, sino que viven en la mentira y ayudan a los malvados. No hay uno solo de ellos que quiera cambiar su conducta. ¡Son peores que la gente de Sodoma y de Gomorra!


A los que desprecian la palabra de Dios les aseguran: «os irá bien»; y a los que obran mal les prometen: «nada malo os pasará».


He oído las mentiras de esos profetas que en mi nombre afirman haber tenido una visión.


y cuentan sueños engañosos que no hacen ningún bien a mi pueblo. Dicen que yo les envié, pero no es verdad y lo único que hacen es conducir al error a mi pueblo con sus fantasías y mentiras. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Entonces yo le dije a Ananías: —Ahora escúchame bien, Ananías. Tú estás haciendo que este pueblo crea en una mentira, pues Dios nunca te envió a hablarles.


Los profetas solo dicen mentiras, los sacerdotes hacen lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?


Jamás tus profetas te dijeron la verdad; te hicieron creer en mentiras y no señalaron tu maldad para que cambiara tu suerte. Solo te hicieron anuncios seductores, pero completamente engañosos.


Habéis actuado en contra de mi voluntad. Con vuestras mentiras habéis afligido a la gente buena; en cambio, habéis animado a la gente mala para que siga portándose mal y no se libre de mi castigo.


En sus camas no cesan de lamentarse y hacerse heridas a propósito, pero sus oraciones no son sinceras; lo hacen para pedirme buenas cosechas, pero siguen siendo rebeldes.


Los sacerdotes, profetas y jueces enseñan, predican o juzgan solo a cambio de dinero. Y para colmo se atreven a decir: «No tenemos nada que temer; ¡Dios está con nosotros!».


Así dice Dios a los profetas que engañan a mi pueblo: Vosotros habláis de paz solo a quienes os dan de comer, pero declaráis la guerra a quienes no os proporciona alimento.


porque no sirven a Cristo, nuestro Señor, sino que buscan su propio bien. Hablan a la gente con palabras bonitas, pero son unos mentirosos y engañan a los que no entienden.


Esa gente va a terminar siendo aniquilada. Vive solo para comer y está orgullosa de lo que hace, cuando en realidad debería sentir vergüenza. Solo piensa en las cosas malas de este mundo.


Queridos hermanos, no creáis a todos los que dicen que tienen el Espíritu de Dios. Ponedlos a prueba, para ver si son lo que dicen ser. Porque el mundo está lleno de falsos profetas.


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