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Miqueas 1:13 - Biblia Lenguaje Básico

13 Habitantes de Laquis, enganchad los caballos a los carros. Allí comenzó a pecar Jerusalén, allí se rebelaron los de Israel.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 Uncid al carro bestias veloces, oh moradores de Laquis, que fuisteis principio de pecado a la hija de Sion; porque en vosotros se hallaron las rebeliones de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Enganchen los caballos a sus carros y huyan, pueblo de Laquis. Ustedes fueron la primera ciudad de Judá que siguió a Israel en su rebelión e hicieron caer a Jerusalén en pecado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Prepara el carro con sus caballos, tú que vives en Laquis, pues por tu culpa empezó a pecar la hija de Sión, ya que tú le enseñaste el mal que se cometía en Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 ¡Uncid los carros a raudos corceles, oh moradores de Laquis! Allí comenzó el pecado de Sión, Allí se hallaron las rebeliones de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Unce al carro los caballos, habitante de Laquis. Allí estuvo el principio del pecado de la hija de Sión, pues en ti se encontraron las rebeldías de Israel.

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Miqueas 1:13
27 Referans Kwoze  

Tan pronto como los sacaron, uno de los ángeles dijo: —Si quieres salvarte, corre. No mires atrás, ni te detengas en el valle. Huye a las montañas y ponte a salvo si no quieres morir.


Y no solo imitó la mala conducta de Jeroboán, hijo de Nabat, sino que se casó con Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios, y terminó adorando a Baal.


Algunos se rebelaron contra Amasías en la ciudad de Jerusalén y, aunque él escapó a la ciudad de Laquis, lo siguieron hasta allí y lo mataron.


Esto no impidió que Senaquerib enviara desde Laquis a tres de sus oficiales de confianza al frente de un poderoso ejército para atacar Jerusalén. Cuando llegaron, acamparon junto al canal del estanque de Siloé, que está en el camino que lleva a los talleres de los que tiñen las telas. Una vez allí, mandaron llamar a Ezequías.


Jorán imitó la mala conducta de los reyes de Israel, en especial de los de la familia de Ajab con cuya hija se casó.


Mientras Senaquerib, rey de Asiria, atacaba con todas sus tropas la ciudad de Laquis, envió mensajeros a Jerusalén para que llevaran este mensaje a Ezequías y a toda la gente de Judá:


¿Tú crees que si lo atas podrás hacer que te siga, y que no se aparte del surco hasta que ares tus campos?


Después de esto, Moisés le preguntó a Aarón: —¿Qué daño te ha hecho este pueblo, para que le hayas hecho cometer un pecado tan terrible?


Escapan los habitantes de Guebín, huyen a la desbandada los de Madmená.


Senaquerib envió desde Laquis a uno de sus oficiales de confianza al frente de un poderoso ejército para que hablara con Ezequías en Jerusalén. Cuando llegaron, acamparon junto al canal del estanque de Siloé, por el camino que va a los talleres de los teñidores de telas.


Al conocer el oficial de confianza de Senaquerib que su rey se había marchado de la ciudad de Laquis y estaba atacando Libná, se dirigió allí para encontrarse con él.


Aunque supo que yo rechacé a Israel por todas sus infidelidades, Judá no sintió miedo y también ella me fue infiel dando culto a otros dioses.


Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba atacando Jerusalén y también Laquis y Azeca, ciudades de Judá, que eran las únicas protegidas por grandes murallas, y por eso aún no habían sido conquistadas.


Cuando escuchéis los gritos de los jinetes y los arqueros, toda la gente saldrá corriendo; algunos se meterán en el monte, otros treparán por las rocas y todas las ciudades quedarán abandonadas. ¡No quedará en ellas un solo habitante!


Oholibá se dio cuenta de lo que había sucedido con Oholá, pero no aprendió la lección, sino que se enamoró locamente de los asirios, de sus dirigentes y oficiales, que eran jóvenes muy bien parecidos y vestían elegantes uniformes, además de saber montar a caballo. Oholibá resultó peor que su hermana. En cierta ocasión, vio dibujados en las paredes a unos babilonios. Estaban pintados de rojo y, a juzgar por su modo de vestir, parecían ser oficiales de alto rango.


Todo esto sucederá por la rebeldía de los israelitas, pues ya son muchos sus pecados. Los de Israel han pecado en la ciudad de Samaría; los de Judá adoraron a otros dioses en la ciudad misma de Jerusalén.


Así que Adonisédec envió un mensaje a Oán, Pirán, Jafía y Debir que eran los reyes de Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón. El mensaje decía:


Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti y es que no has rechazado a los que siguen la enseñanza de Balaán. Fue Balaán quien aconsejó a Balac que hiciera pecar a los israelitas y los animó a comer carne sacrificada a los falsos dioses.


Pero hay algo que no me gusta de ti y es que has dejado que Jezabel siga engañando a mis servidores. Esa mujer anda diciendo que habla en nombre de Dios; con su enseñanza engaña a mis servidores y los arrastra a cometer pecados sexuales y a comer carne sacrificada a los falsos dioses.


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