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Mateo 9:18 - Biblia Lenguaje Básico

18 Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se arrodilló delante de él y le dijo: —¡Mi hija acaba de morir! Pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Mientras Jesús decía esas cosas, el líder de una sinagoga se le acercó y se arrodilló delante de él. «Mi hija acaba de morir —le dijo—, pero tú puedes traerla nuevamente a la vida solo con venir y poner tu mano sobre ella».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se postró delante de él y le dijo: 'Mi hija acaba de morir, pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Mientras Él les hablaba estas cosas, de pronto llegó un principal y° se postraba ante Él, diciendo: Mi hija acaba de morir, pero ven,° pon tu mano sobre ella, y vivirá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Mientras les estaba diciendo estas cosas, se le acercó un dignatario, se postró ante él y le dijo. 'Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá'.

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Mateo 9:18
25 Referans Kwoze  

Naamán se fue enfadado y diciendo: —Yo pensé que el profeta saldría a recibirme y que oraría a su Dios. Creí que pondría su mano sobre mi cuerpo y que así me curaría de la lepra.


Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron: —¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios!


Pero la mujer se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: —¡Señor, ayúdame!


Cuando llegaron adonde estaba la gente, un hombre se acercó a Jesús, se arrodilló ante él


Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, fueron con su madre a ver a Jesús. Cuando llegaron, ella se arrodilló delante de él para pedirle un favor. Jesús le preguntó: —¿Qué es lo que quieres? Ella le dijo: —Por favor, ordena que cuando estés sentado en el trono de tu reino, mis hijos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.


Cuando se encontraron con Jesús lo adoraron, aunque algunos de ellos todavía dudaban de que realmente fuera él.


De pronto, un hombre que tenía lepra se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: —Señor, yo sé que tú puedes curarme. ¿Quieres hacerlo?


Entonces sus discípulos fueron a despertarlo: —¡Señor, sálvanos! ¡Nos hundimos!


Tampoco se echa vino nuevo en recipientes viejos. Porque cuando el vino nuevo fermente, hará que se reviente el cuero viejo. Así se perderá el vino nuevo, y se destruirán los recipientes. Por eso, hay que echar vino nuevo en recipientes de cuero nuevo. De ese modo, ni el vino ni los recipientes se pierden.


Jesús se levantó y fue con él. Sus discípulos también lo acompañaron.


Jesús les dijo: —Salid de aquí. La niña no está muerta, sino dormida. La gente se reía de Jesús.


El jefe de la sinagoga se indignó con Jesús, porque había hecho la curación en sábado. Por eso, dijo a la gente que estaba reunida: —La semana tiene seis días para trabajar, y uno para descansar. Debéis venir para ser curados en uno de esos seis días, pero no en sábado.


Un líder de los judíos fue a ver a Jesús y le preguntó: —Maestro, tú que eres bueno, dime, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?


Allí vivía un oficial del ejército romano, que tenía un siervo a quien quería mucho. Ese asistente estaba muy enfermo y a punto de morir.


A esto Jesús respondió: —Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos resuciten. Quien pone su confianza en mí, aunque haya muerto, vivirá.


Cuando María llegó donde estaba Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.


Después de leer algunos pasajes de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga dijeron a Pablo y a Bernabé: —Hermanos, si tenéis algún mensaje para dar ánimo a la gente, hablad.


El padre de Publio estaba muy enfermo de diarrea y tenía mucha fiebre. Entonces Pablo fue a verlo y oró por él; luego puso las manos sobre él y lo curó.


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