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Mateo 8:34 - Biblia Lenguaje Básico

34 La gente del pueblo fue a ver a Jesús y le rogaron que se marchara de aquella región.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, pero le rogaron que se fuera y los dejara en paz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y todo el pueblo salió entonces al encuentro de Jesús, y al verlo, le rogaron que se alejara de sus contornos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le suplicaron que abandonase aquellos territorios.

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Mateo 8:34
13 Referans Kwoze  

Entonces la mujer dijo a Elías: —¿Qué tienes contra mí, hombre de Dios? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a castigarme con la muerte de mi hijo?


y, cuando lo encontró, le dijo: —¿Así que eres tú el que trae tantos problemas sobre Israel?


Piden a Dios que los deje en paz y se niegan a obedecerlo.


Aunque el Dios todopoderoso había llenado sus casas de bienes ellos no se fiaban de él y pedían que los dejara tranquilos. No creyeron que él los castigaría. ¡Pero yo no pienso como ellos!


Así que Amasías se dirigió a Amós y le dijo: —Tú, que dices que has visto lo que va a suceder, vete a Judá y gánate allí la vida como profeta.


los demonios gritaron: —¡Jesús, Hijo de Dios!, ¿qué vas a hacernos? ¿Vas a castigarnos antes del juicio final?


Al ver esto, Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo: —¡Señor, apártate de mí, porque soy un pecador!


Como los demonios lo atacaban muchas veces, la gente le ponía cadenas en las manos y en los pies, y lo mantenía vigilado. Pero él rompía las cadenas y, empujado por el demonio, huía a lugares solitarios. Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces Jesús ordenó al demonio que saliera del hombre, pero él gritaba: —¡Jesús, Hijo del Dios altísimo, no te metas conmigo! Te ruego que me dejes en paz y no me hagas sufrir.


Entonces fueron a disculparse con ellos, los sacaron de la cárcel y les pidieron que salieran de la ciudad.


Sin embargo, ¿para qué correr el riesgo de morir abrasados por este fuego tan terrible? ¡Si volvemos a oír la voz de nuestro Dios, sin duda moriremos!


Samuel hizo lo que Dios le ordenó. Cuando llegó a Belén, los dirigentes del pueblo se preocuparon mucho y le dijeron: —¿A qué has venido? ¿Hay algún problema?


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