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Mateo 5:3 - Biblia Lenguaje Básico

3 —Felices los de espíritu sencillo porque de ellos es el reino de los cielos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 «Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

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Mateo 5:3
55 Referans Kwoze  

Allí, mientras sufría tal humillación, Manasés rogó a Dios que lo perdonara. Se humilló tanto delante del Dios de sus antepasados,


Pero Amón no se humilló ante Dios, como lo había hecho Manasés, sino que se comportó aún peor.


Así que retiro lo dicho y me arrepiento cubierto de polvo y de ceniza.


Felices quienes no siguen malos consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con los que se burlan de Dios.


¡Aleluya! Felices quienes respetan a Dios y gozan cumpliendo sus mandamientos.


Cántico para las peregrinaciones. Felices los que respetan a Dios y siguen sus enseñanzas.


Felices los que encuentran apoyo en el Dios de Israel, los que han puesto su esperanza en nuestro Dios.


así evitaréis que se enfade, pues fácilmente se enfurece y podría quitaros la vida. ¡Felices los que en él confían!


Cuando los buenos claman a él, Dios los escucha y los libra de su angustia.


Salmo de David. Instrucciones para el director de coro.


Abre mis labios y te cantaré alabanzas.


Señor y Dios nuestro, tú nos das calor y protección; nos das honor y gloria. Tu bondad no tiene medida para los que se portan rectamente.


Vale más compartir la pobreza con los humildes que la riqueza con los orgullosos.


El orgulloso será humillado; el humilde, en cambio, alcanzará honores.


Y ahora, hijos míos, escuchadme porque Dios bendecirá a quienes sigan mis consejos.


Pero Dios —dice Isaías— es un Dios justo y quiere demostraros cuánto os ama. En verdad, Dios ama a los que confían en él, y desea mostrarles compasión.


Soy yo, el Dios excelso quien lo digo, yo que vivo por siempre; yo que vivo en un lugar alto y sagrado, pero que también estoy con los pobres y animo a los humildes y afligidos.


El espíritu de Dios está sobre mí, porque Dios me eligió y me ha enviado para dar buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos, y para anunciar a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad.


Yo hice todo lo que existe, y todo me pertenece. Así os lo aseguro yo, que soy Dios. Yo miro con bondad a los pobres y afligidos que respetan mi palabra.


Pero ya Dios os ha dicho qué es lo que debéis hacer y lo que espera de vosotros: Dios quiere que seáis justos los unos con los otros y bondadosos con los más débiles, y que obedezcáis con humildad a vuestro Dios.


En ese momento, Jesús se dirigió a Dios diciendo: —¡Padre, tú gobiernas en el cielo y en la tierra! Te doy gracias porque no has mostrado estas cosas a los sabios y estudiosos; en cambio sí las has mostrado a la gente humilde y sencilla.


Y feliz aquel para quien yo no soy motivo de tropiezo.


Pero vosotros, mis discípulos podéis estar felices por lo que ven vuestros ojos y escuchan vuestros oídos.


Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidáis; porque el reino de Dios es de los que son como ellos.


¡Qué feliz estará el criado si su dueño lo encuentra cumpliendo sus órdenes!


Entonces yo, el Rey, diré a los buenos: «¡Mi Padre os ha bendecido! ¡Venid, participad del reino que mi Padre os tiene preparado desde antes de la creación del mundo!


—Convertíos a Dios, porque el reino de los cielos ya está cerca.


Oíd bien esto: De todas partes del mundo vendrá gente que participará en el gran banquete que Dios dará en su reino y que se sentará a la mesa con vuestros antepasados Abrahán, Isaac y Jacob.


Al ver Jesús lo que estaban haciendo sus discípulos, se enfadó con ellos y les dijo: —Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidáis; porque el reino de Dios es de los que son como ellos.


Pero Jesús le respondió: —¡Feliz más bien la gente que escucha el mensaje de Dios, y lo pone en práctica!


Os digo que cuando el cobrador de impuestos volvió a su casa, Dios ya lo había perdonado, pero al fariseo no. Porque Dios humillará a los que se creen importantes y, en cambio, engrandecerá a los que se humillan a sí mismos.


Por eso, yo os daré un reino, como mi Padre me lo dio a mí.


Y en ese reino, comeréis y beberéis en mi mesa, os sentaréis en tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel.


El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha elegido para dar buenas noticias a los pobres. Dios me ha enviado a anunciar libertad a los prisioneros, a devolver la vista a los ciegos, a rescatar a los que son maltratados


Jesús le dijo: —¿Has creído porque me has visto? ¡Felices los que crean en mí sin haberme visto!


No olvidéis todo lo que os ha ocurrido desde que salisteis de Egipto hasta llegar a este lugar atravesando el desierto. Durante cuarenta años Dios os ha hecho sufrir, para saber si sois sinceros y estáis dispuestos a obedecer sus mandatos.


Si alguno es rico, debe reconocer que en realidad es poca cosa, pues las riquezas duran muy poco; son como las flores del campo.


Al que soporta las dificultades, Dios lo bendice y, cuando las supera, le da un gran premio: la vida eterna que ha prometido a quienes lo aman.


Escuchadme bien, hermanos queridos: Dios eligió a la gente pobre de este mundo para que la fe en Dios sea su verdadera riqueza y para que reciban el reino que él ha prometido a los que lo aman.


Entonces alguien me dijo: —Escribe esto: «Felices sean todos los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero». Y luego añadió: —Esto lo dice Dios y él no miente.


Felices los que dejen de hacer lo malo, pues tendrán derecho a comer de los frutos del árbol que da vida eterna y podrán entrar por las puertas de la ciudad.


Andas diciendo que eres rico, que te ha ido muy bien y que no necesitas de nada. Pero no te das cuenta de que eres un pobre ciego, desdichado y miserable, y que estás desnudo.


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