Así que ahora acompañad a mi siervo Job y ofreced como sacrificio en mi honor siete toros y siete carneros para que yo os perdone. Job me rogará por vosotros y, en atención a sus ruegos, no os trataré como merecéis. Pero reconoced que, a diferencia de mi siervo, vosotros no habéis hablado bien de mí.
¡Qué mal vais a acabar hipócritas, maestros de la Ley y fariseos! Os preocupáis de dar como ofrenda la décima parte de la menta, del anís y del comino que cosecháis en vuestros campos. Pero no obedecéis las enseñanzas más importantes de la ley que consiste en ser justos con los demás, tratarlos con amor y tener fe en Dios. Hay que hacer esas tres cosas, sin dejar de cumplir las demás obligaciones.