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Mateo 5:22 - Biblia Lenguaje Básico

22 Pero ahora yo os aseguro que cualquiera que se enfade con otro también tendrá que ir a juicio; y el que insulte a otro será llevado ante la Junta Suprema; y el que maldiga a otro será arrojado al fuego del infierno.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Pero yo digo: aun si te enojas con alguien, ¡quedarás sujeto a juicio! Si llamas a alguien idiota, corres peligro de que te lleven ante el tribunal; y si maldices a alguien, corres peligro de caer en los fuegos del infierno.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Pero Yo os digo que cualquiera que se enfurezca contra su hermano quedará expuesto al juicio, y cualquiera que diga a su hermano: ¡Raca!,° quedará expuesto ante el Sanedrín,° y cualquiera que diga: ¡Moré!,° quedará expuesto al fuego del infierno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Pero yo os digo: todo el que se enoje contra su hermano comparecerá ante el tribunal; y el que diga a su hermano estúpido comparecerá ante el sanedrín; y el que le diga renegado comparecerá para la gehenna del fuego.

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Mateo 5:22
93 Referans Kwoze  

Pero sus hermanos lo odiaban y le hablaban mal, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.


Sus hermanos protestaron: —¡Ahora resulta que vas a ser nuestro rey y nuestro jefe! Y el odio aumentaba en ellos según escuchaban los sueños de José.


Simí insultaba a David diciéndole: —¡Vete de aquí, asesino malvado!


También David regresó a su palacio para bendecirlo, momento que aprovechó Mical para decirle: —¡Hoy has hecho el ridículo! ¡Hasta las criadas de tus servidores te han visto desnudo y han podido comprobar tu comportamiento vulgar y desvergonzado!


Entonces Ajab se fue a su palacio malhumorado y triste. Después se acostó en su cama mirando a la pared y no quiso comer.


Al oír esto, Asá se enfureció tanto contra el profeta que lo metió en la cárcel. También maltrató con crueldad a varios de los habitantes de la ciudad.


y les dije: —Nosotros hemos estado haciendo todo lo posible por rescatar a nuestros compatriotas que fueron vendidos como esclavos a otras naciones. Ahora vosotros los estáis obligando a venderse de nuevo, con lo que nosotros tendremos que volver a rescatarlos. Ellos no supieron qué responder, así que se quedaron en silencio.


Tanto odio me tiene que me ataca sin razón; ¡me tiene acorralado!


Salmo de David. Los necios piensan: «Dios no existe». Pero son gente corrupta y todo lo que hacen es odioso; ¡ninguno de ellos hace lo bueno!


No dejes que pasen vergüenza los que en ti confían; ¡la vergüenza deben pasarla los que traicionan a otros!


No dejes que me hagan burla mis terribles enemigos; no dejes que se burlen de mí, pues no tienen por qué odiarme.


No des lugar al enfado ni te dejes llevar por la ira; eso empeorará las cosas.


No hay quien viva para siempre y nunca llegue a morir.


Estoy cansado de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Ya los ojos se me cierran, esperando que me ayudes.


Dios mío, si he obrado mal y he cometido pecado,


El sabio conoce el miedo y se cuida del peligro, pero el necio es atrevido y se pasa de confiado.


Cuando el necio abre la boca, causa discusiones y pleitos.


Como alguien que hace algo indebido es quien se hace rico injustamente; cuando menos lo espere, le abandonará la fortuna y acabará su vida como un necio.


¡Intentaron matarme mis enemigos, y no sé por qué razón!


Al oír esto, el rey Nabucodonosor se enfadó muchísimo y mandó que le llevaran a esos tres judíos. Cuando los llevaron ante el rey,


Cuando Nabucodonosor oyó esto, se enfadó mucho con los tres jóvenes y mandó que calentaran el horno siete veces más fuerte que de costumbre.


Tú, Edom, quedarás humillado y serás destruido por completo por haber tratado con violencia a tus parientes, los israelitas.


No debiste haberte alegrado cuando tus hermanos sufrían; no debiste haberte reído cuando Judá estaba en ruinas; no debiste burlarte de ellos cuando estaban angustiados;


Tened cuidado, porque os entregarán a las autoridades y os golpearán en las sinagogas.


No tengáis miedo de los que pueden destruir el cuerpo, pero no el alma. Temed a Dios, que es el que puede destruir en el infierno el cuerpo y el alma.


Pero algunos de los fariseos oyeron a la gente y pensaron: «Si este expulsa a los demonios, es porque Beelzebú, el jefe de los demonios, le da poder para hacerlo».


Mientras Pedro hablaba, una nube brillante bajó del cielo y los cubrió. Desde la nube se oyó una voz que decía: —Este es mi Hijo, yo lo amo mucho y estoy muy contento con él. Debéis escuchar lo que dice.


Entonces Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, si alguien que forma parte de la comunidad me hace algo malo, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?


Jesús terminó diciendo: «Lo mismo hará Dios mi Padre con cada uno de vosotros, si no perdonáis sinceramente a vuestro hermano».


¡Qué mal vais a acabar hipócritas! Porque vais por todas partes tratando de ganar un seguidor y, cuando lo conseguís, lo hacéis merecedor del infierno dos veces más que vosotros mismos.


¡Mentirosos y malvados! Sois tan malos como el veneno de una serpiente. ¡No escaparéis de ir al infierno!


Luego diré a los malos: «¡Alejaos de mí! Pues sois como gente malvada. Id al fuego que nunca se apaga, al fuego que Dios preparó para el diablo y sus ángeles.


Los sacerdotes principales y todos los de la Junta Suprema buscaban gente que diera falso testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte.


Y una voz que venía del cielo dijo: —Este es mi Hijo amado y estoy muy contento con él.


Pero ahora yo os digo que, cuando prometáis algo, no pronunciéis ningún juramento. No juréis por el cielo, porque es el trono de Dios,


Pero ahora yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os maltratan.


Los sacerdotes principales y todos los miembros de la Junta Suprema buscaban a alguien que acusara a Jesús, para poder condenarlo a muerte; pero no lo encontraban.


Al amanecer, los sacerdotes principales, los líderes del país y los maestros de la Ley se reunieron con los miembros de la Junta Suprema. Terminada la reunión, ataron a Jesús, lo sacaron del palacio de Caifás y lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador romano.


Temed más bien a Dios que no solo puede matar el cuerpo, sino que también puede enviaros al infierno. A él sí debéis temerle.


Cuando amaneció, los líderes del pueblo, los sacerdotes principales y los maestros de la Ley se reunieron y llevaron a Jesús ante la Junta Suprema. Allí le preguntaron:


Los jefes de los sacerdotes y los fariseos reunieron a la Junta Suprema, y dijeron: —¿Qué vamos a hacer con este hombre que hace tantos milagros?


Pero todo esto tenía que suceder para que se cumpla lo que está escrito en los libros de la Ley: «Me odiaron sin ningún motivo».


La gente le contestó: —¡Estás loco! ¿Quién quiere matarte?


Entonces, algunos judíos le dijeron: —Cuando decimos que eres un extranjero indeseable, y que tienes un demonio dentro, no estamos equivocados.


En la plaza conversó con algunos filósofos, unos eran de los que pensaban que lo más importante en la vida es ser feliz, y otros filósofos eran de los que enseñaban que la gente tiene que controlarse a sí misma para no hacer el mal. Algunos de ellos se preguntaban: —¿De qué habla este charlatán? Otros decían: —Parece que habla de dioses de otros países, pues habla de un tal Jesús y de la diosa Resurrección.


Al día siguiente, el comandante de los soldados romanos mandó reunir a los sacerdotes principales y a los miembros de la Junta Suprema, pues quería saber exactamente de qué acusaban a Pablo. Luego ordenó que le quitaran las cadenas, que lo sacaran de la cárcel y que lo presentaran ante ellos.


Pablo miró con atención a todos los de la Junta Suprema, y les dijo: —Hermanos israelitas, yo tengo la conciencia tranquila, porque hasta ahora me he comportado siempre bien ante Dios.


Si no es así, que los presentes digan si la Junta Suprema de los judíos pudo acusarme de hacer algo malo.


Así que los de la Junta ordenaron sacar de la sala a los acusados y se pusieron a discutir entre ellos.


Ya estaba amaneciendo cuando los apóstoles llegaron al Templo y empezaron a enseñar a la gente. Mientras tanto, el jefe de los sacerdotes y sus ayudantes reunieron a toda la Junta Suprema y a los líderes del pueblo. Después mandaron traer a los apóstoles;


Cuando llegaron ante la Junta Suprema, el jefe de los sacerdotes dijo a los apóstoles:


Fue así como alborotaron al pueblo, a los líderes del país y a los maestros de la Ley. Así que apresaron a Esteban, lo llevaron ante la Junta Suprema


Cuando todos los de la Junta Suprema se fijaron en Esteban, vieron que su cara parecía la de un ángel.


Y fue también Moisés quien anunció a los israelitas: «Así como Dios me eligió a mí, también elegirá para vosotros un profeta como yo».


Amaos unos a otros como hermanos, y respetaos siempre.


Pero vosotros no solo peleáis uno contra otro, ¡sino que hasta buscáis jueces que no creen en Jesús, para solucionar vuestros pleitos!


En este mundo siempre habrá gente pobre. Por eso os ordeno que seáis generosos con la gente pobre y necesitada del país.


En todas las ciudades que os dé vuestro Dios y en cada tribu, nombraréis jueces y autoridades que deberán tratar a todos por igual. No romperéis las leyes y os portaréis con imparcialidad sin aceptar sobornos de nadie, pues los sobornos hacen que incluso una persona sabia y recta se corrompa.


Y que nadie en este asunto se pase de la raya o se aproveche de su hermano. Ya os hemos advertido que el Señor castigará duramente a los que se comporten así.


No deben hablar mal de nadie; que sean pacíficos, amables y se muestren humildes en su trato con los demás.


Tened cuidado con no rechazar a Dios, que os habla. Porque si los israelitas que lo rechazaron cuando les hablaba aquí en la tierra no se libraron del castigo, mucho menos nos libraremos nosotros cuando nos llama la atención desde el cielo.


Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en el salvador que da vida eterna a todos los que le obedecen.


No seas ignorante. Debes aceptar que de nada te sirve decir que tienes fe en Dios si no haces lo que es bueno.


Las palabras que decimos con nuestra lengua son como el fuego pues tienen poder para hacer mucho mal. Tenemos la lengua instalada en medio de nuestros miembros y, encendida por el poder del infierno, es capaz de arruinar toda nuestra vida.


Cuando lo insultaban, jamás contestaba con insultos y jamás amenazó a quienes le hicieron sufrir; al contrario, se puso en manos de Dios que es quien juzga a todos con justicia.


Si alguien os hace algo malo, no hagáis vosotros lo mismo; si alguien os insulta, no contestéis con otro insulto. Al contrario, pedid a Dios que bendiga a esas personas, pues él os eligió para que recibáis bendición.


Si alguno dice que vive en la luz, pero odia a su hermano, en realidad vive en una gran oscuridad.


Podemos saber quién es hijo de Dios y quién es hijo del diablo: quien no se porta rectamente y no ama a sus hermanos no es hijo de Dios.


Si alguno ve que un hermano comete un pecado que no lleva a la muerte, debe orar por ese hermano, para que Dios le dé vida. Pero debe tratarse de un pecado que no lleve a la muerte. Porque hay pecados que llevan a la muerte y os digo que no se debe orar por quienes cometen esa clase de pecados.


Ni siquiera Miguel, jefe de los ángeles, se atrevió a pronunciar insultos, cuando luchaba con el diablo para quitarle el cuerpo de Moisés. Únicamente le dijo: «Que el Señor te castigue».


Luego, la Muerte y el Abismo fueron lanzados al lago de fuego. Los que caen en ese lago quedan separados de Dios para siempre.


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