24 Jesús se hizo muy famoso en toda la región de Siria. La gente le traía personas que sufrían dolores y enfermedades, o que tenían demonios. También le traían a los que les daban ataques o que no podían caminar ni moverse, y a todos ellos los curó.
24 Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó.
24 Las noticias acerca de él corrieron y llegaron tan lejos como Siria, y pronto la gente comenzó a llevarle a todo el que estuviera enfermo. Y él los sanaba a todos, cualquiera fuera la enfermedad o el dolor que tuvieran, o si estaban poseídos por demonios, o eran epilépticos o paralíticos.
24 Su fama se extendió por toda Siria. La gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y él los sanaba a todos.
24 Y su fama se difundió por toda Siria, y le trajeron a todos los que padecían males, afligidos por diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, lunáticos, y paralíticos; y los sanó.
24 Su fama se extendió por toda Siria. Le traían a todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y dolores: endemoniados, epilépticos y paralíticos; y él los curaba.
Luego puso gobernadores sobre los sirios de Damasco, y también estos tuvieron que reconocer a David como rey y empezar a pagarle impuestos. Y Dios hacía triunfar a David por dondequiera que iba. David se apoderó de los escudos de oro que llevaban los oficiales de Adadézer, y se los llevó a Jerusalén. También se llevó una gran cantidad de bronce de Betá y Berotay, ciudades que gobernaba Adadézer.
Cuando la reina de Sabá se enteró de lo famoso que Dios había hecho a Salomón, decidió ir a visitarlo para hacerle preguntas difíciles y ver si era tan sabio como decían.
con mucho esfuerzo he conseguido juntar los materiales necesarios para construir el Templo de mi Dios: oro, plata, bronce, hierro y madera para los muebles y utensilios que han de ser confeccionados, cada uno de su material correspondiente. También he reunido muchísimas piedras preciosas de toda clase y gran cantidad de mármol.
Les dijo: —Yo soy vuestro Dios, el que cuida de vuestra salud. Si prestáis atención a mis consejos y obedecéis estos mandamientos y estas leyes que hoy os doy, y hacéis solo lo que es bueno, no os castigaré como a los egipcios.
Una mujer de esa región cananea, se acercó a Jesús y le dijo a gritos: —¡Señor, tú que eres el Mesías descendiente de David, ten compasión de mí y ayúdame! ¡Mi hija tiene un demonio que la hace sufrir mucho!
y le dijo: —¡Señor, ten compasión de mi hijo y ayúdale! Está muy enfermo y sufre de terribles ataques. Muchas veces, cuando le da uno, se tira al fuego o al agua.
Cuando Jesús llegó a la otra orilla del lago, a la región de Gadara, dos hombres que tenían demonios salieron de entre las tumbas. Eran tan peligrosos que nadie podía pasar por ese camino. Cuando los dos hombres se acercaron a Jesús,
Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron de allí y, al llegar al pueblo, contaron lo que había pasado con aquellos dos hombres poseídos por los demonios.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba la buena noticia del reino de Dios, y sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades.
Jesús regresó a la región de Galilea lleno del poder del Espíritu de Dios. Iba de lugar en lugar enseñando en las sinagogas, y todas las personas hablaban bien de él. Pronto llegó a ser muy conocido en toda la región.
Jesús salió de la sinagoga y fue a casa de Simón. Cuando entró en la casa, le contaron que la suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y le pidieron que la curase.
Pues voy a demostraros que yo, el Hijo del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar pecados. Entonces le dijo al paralítico: —Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Me estoy refiriendo a Jesús de Nazaret a quien Dios le dio el poder del Espíritu Santo. Como Dios estaba con él, Jesús hizo siempre el bien y curó a todos los que vivían bajo el poder del diablo.
Con ellos mandaron esta carta: «Nosotros, los apóstoles y los demás hermanos líderes saludamos a todos los hermanos no judíos que vivís en las regiones de Antioquía, Siria y Cilicia.
Muchos de los que fueron a verlo tenían espíritus impuros, pero Felipe los expulsaba, y los espíritus salían dando grandes gritos. Además, muchos cojos y paralíticos también quedaban curados.