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Mateo 26:64 - Biblia Lenguaje Básico

64 Jesús le respondió: —Tú lo has dicho. Y déjame decirte que dentro de poco tiempo me veréis a mí, el Hijo del hombre, venir sobre las nubes del cielo con el poder y la autoridad que me da Dios todopoderoso.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

64 Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

64 Jesús respondió: —Tú lo has dicho; y en el futuro verán al Hijo del Hombre sentado en el lugar de poder, a la derecha de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

64 Jesús le respondió: 'Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

64 Jesús le dice: Tú lo has dicho.° Y además, os digo: Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

64 Jesús le responde: 'Tú lo has dicho. Y os lo aseguro: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo'.

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Mateo 26:64
26 Referans Kwoze  

Salmo de David. Mi Dios le dijo a mi señor el rey: «Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos».


¡Mirad! Dios se acerca a Egipto, cabalgando en una nube veloz. Ante él tiemblan los dioses de Egipto, y todos los egipcios se llenan de miedo.


Mientras yo tenía esta visión, alguien parecido a un ser humano apareció entre las nubes y se acercó al anciano.


Porque yo, el Hijo del hombre, vendré pronto con el poder de Dios y con mis ángeles, para dar su premio a los que hicieron el bien y para castigar a los que hicieron el mal.


Os aseguro que algunos de vosotros, que estáis aquí conmigo, no moriréis hasta que me vean llegar como Rey.


Entonces todos verán en el cielo mi señal, la señal del Hijo del hombre. Y todos los países del mundo temblarán de miedo cuando me vean venir entre las nubes del cielo, con mucho poder y gloria.


Cuando yo, el Hijo del hombre, regrese, vendré como un rey poderoso, rodeado de mis ángeles, y me sentaré en mi trono.


Judas, el que después entregó a Jesús, también le preguntó: —Maestro, ¿soy yo? Jesús le contestó: —Tú lo has dicho.


Cuando Jesús estuvo ante Pilato, el gobernador, este le preguntó: —¿Eres en verdad el rey de los judíos? Jesús respondió: —Tú lo dices.


Pero Jesús se acercó y les dijo: —Dios me ha dado todo el poder para que gobierne en el universo entero.


Jesús le contestó: —Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero yo, el Hijo del hombre, no tengo un lugar donde descansar.


Jesús le respondió: —Sí, lo soy. Y me veréis a mí, el Hijo del hombre, venir entre las nubes del cielo con el poder y la autoridad que Dios todopoderoso me da.


Todo eso será una señal de que, como veréis, yo, el Hijo del hombre vengo sobre las nubes con mucho poder y gloria.


Pero de ahora en adelante yo, el Hijo del hombre, me sentaré a la derecha del trono de Dios todopoderoso.


Entonces todos le preguntaron: —¿Así que tú eres el Hijo de Dios? Jesús respondió: —Vosotros mismos lo habéis dicho.


—Entonces ¿eres verdaderamente rey? —insistió Pilato. Y Jesús le contestó: —Efectivamente, soy rey, como tú dices. Yo he nacido y he venido al mundo para ser testigo de la verdad. Y todos los que conocen y dicen la verdad me escuchan.


y les dijeron: —Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí, de pie y mirando al cielo? Este mismo Jesús que habéis visto subir al cielo, lo mismo que hoy se ha ido, un día volverá.


Por eso no debéis criticar a los demás creyentes ni despreciarlos, porque todos seremos juzgados por Dios.


Porque cuando Dios dé la orden por medio del arcángel y oigamos que la trompeta divina anuncia que el Señor Jesús baja del cielo, los primeros en resucitar serán los que murieron creyendo en Cristo.


El Hijo de Dios nos muestra el poder y la grandeza de su Padre. El Hijo de Dios es igual en todo a su Padre y mediante su palabra poderosa hace que el universo siga existiendo. El Hijo de Dios logró que Dios perdonara nuestros pecados y después subió al cielo para sentarse a la derecha del trono de su Padre.


Pongamos, pues, toda nuestra atención en Jesús, que es quien fundamenta y perfecciona nuestra fe y quien soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, le esperaba una existencia feliz. Y, efectivamente, ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


¡Mirad! ¡Cristo viene entre las nubes! Todos lo verán venir, incluso los que lo mataron; y todos los habitantes del mundo llorarán por él. Así sucederá. Amén.


Entonces vi un gran trono blanco. La tierra y cielo desaparecieron sin dejar rastro en presencia del que estaba sentado sobre el trono.


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