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Mateo 11:5 - Biblia Lenguaje Básico

5 Los ciegos ven, los cojos caminan bien; los leprosos quedan sanos y los sordos oyen; los muertos recobran la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 los ciegos ven, los cojos caminan bien, los que tienen lepra son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Los ciegos recobran la vista y los cojos andan, los leprosos son limpiados y los sordos oyen,° los muertos son resucitados y los pobres son evangelizados,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la buena nueva a los pobres;

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Mateo 11:5
41 Referans Kwoze  

Naamán fue y se bañó siete veces en el río Jordán como le había dicho el profeta. Enseguida su piel quedó limpia y suave como la de un niño.


Cuando el rey de Israel leyó la carta, se angustió tanto que rasgó su ropa y dijo: —¡Yo no soy Dios! No puedo dar vida ni quitarla. ¿Por qué el rey de Siria me manda este hombre para que lo cure de su lepra? Seguramente está buscando un pretexto para hacerme la guerra.


Dios da vista a los ciegos, levanta a los caídos y ama a los justos.


Dios mío, solo a ti te alabaré; cumpliré mis promesas cuando el pueblo que te honra se reúna para alabarte.


Dios le contestó: —Escúchame, Moisés, ¿no soy yo el que hace hablar al ser humano? ¿No soy yo quien hace al mudo y al sordo, al que ve y al ciego?


En ese día los sordos podrán oír cuando alguien les lea el libro, y los ciegos podrán ver, libres de oscuridad y tinieblas.


Los más pobres y necesitados se alegrarán con el Santo de Israel.


Mi pueblo tiene ojos, pero no ve; tiene oídos, pero no escucha. Pero vosotros, pueblos y naciones, reuníos y decid, si podéis: ¿Quién ha anunciado esto antes de que haya sucedido? Presentad a vuestros testigos y demostrad que dicen la verdad.


Yo hice todo lo que existe, y todo me pertenece. Así os lo aseguro yo, que soy Dios. Yo miro con bondad a los pobres y afligidos que respetan mi palabra.


Yo me dediqué a cuidar las ovejas destinadas por los comerciantes al matadero, en especial las más débiles. Tenía yo dos cayados de pastor; a una de ellas la llamé «Bondad» y a la otra la llamé «Unión».


Curad también a los enfermos, devolved la vida a los muertos; sanad a los leprosos y expulsad demonios de la gente. ¡No cobréis nada por hacerlo, pues el poder que Dios os ha dado tampoco os ha costado nada!


Jesús respondió: —Regresad y contadle a Juan todo lo que veis y oís:


Luego Jesús dijo al hombre que no podía mover la mano: —Extiende tu mano. El hombre la extendió; y la mano quedó tan sana como la otra.


Luego algunos ciegos, y otros que tenían dificultades para caminar se acercaron a Jesús; y él los curó.


—Felices los de espíritu sencillo porque de ellos es el reino de los cielos.


De inmediato, los ciegos pudieron ver de nuevo. Jesús les ordenó: —No contéis a nadie lo que ha pasado.


porque estaban admirados y decían: —Jesús todo lo hace bien. ¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen!


Cuando Jesús vio que se estaba juntando mucha gente a su alrededor, se dirigió al espíritu malo y le dijo: —Espíritu que impides hablar y oír a este joven, ¡te ordeno que salgas y no vuelvas a entrar en él!


El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha elegido para dar buenas noticias a los pobres. Dios me ha enviado a anunciar libertad a los prisioneros, a devolver la vista a los ciegos, a rescatar a los que son maltratados


Jesús les respondió: —Ya os dije quién soy, pero no me habéis creído. Yo hago todo con la autoridad y el poder recibido de mi Padre, y eso demuestra quién soy yo.


Pero si lo hago, fiaros de mis obras, aunque no queráis fiaros de mis palabras. Así, de una vez por todas, sabréis que mi Padre y yo somos uno solo.


Mientras Jesús estaba en la ciudad de Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en él porque vieron los milagros que hacía.


Pero yo tengo a mi favor un testimonio más importante que el de Juan, que es el del Padre que me ha enviado y las obras que él me ha encargado realizar; son precisamente esas obras las que prueban que el Padre me ha enviado.


Entonces le dijo: —Vete al estanque de Siloé, —que significa «enviado»— y lávate los ojos. El ciego fue, se lavó y, cuando regresó, ya podía ver.


Escuchadme bien, israelitas porque voy a hablaros de Jesús de Nazaret. Todos nosotros sabemos que Dios le acreditó ante vosotros por medio de grandes prodigios, maravillas y señales.


Escuchadme bien, hermanos queridos: Dios eligió a la gente pobre de este mundo para que la fe en Dios sea su verdadera riqueza y para que reciban el reino que él ha prometido a los que lo aman.


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