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Mateo 11:25 - Biblia Lenguaje Básico

25 En ese momento, Jesús se dirigió a Dios diciendo: —¡Padre, tú gobiernas en el cielo y en la tierra! Te doy gracias porque no has mostrado estas cosas a los sabios y estudiosos; en cambio sí las has mostrado a la gente humilde y sencilla.

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Biblia Reina Valera 1960

25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 En esa ocasión, Jesús hizo la siguiente oración: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes, y por revelárselas a los que son como niños.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 En aquella ocasión Jesús exclamó: 'Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de sabios y entendidos, y las revelaste a los niños.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 En aquella ocasión tomó Jesús la palabra y exclamó: 'Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra; porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.

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Mateo 11:25
40 Referans Kwoze  

y bendijo a Abrán, diciéndole: ¡Que te bendiga el Dios altísimo, el que hizo el cielo y la tierra!


Abrán le contestó: —Yo he jurado por el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra,


y oró diciendo: —Dios de Israel, tú tienes tu trono sobre los querubines. Tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador del cielo y de la tierra.


Por eso hoy, Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu nombre glorioso».


Por eso todos le respetan; él, en cambio, no necesita respetar ni siquiera a los que se creen sabios.


Dios y rey nuestro, ¡qué grande eres en toda la tierra! ¡Tu grandeza está por encima de los cielos más altos!


¡Qué mal os va a ir a los que presumís de inteligentes y sabios!


Así dice Dios: «El cielo es mi trono y sobre la tierra apoyo mis pies. ¿Cómo pretendéis construirme un templo para que yo viva en él?


A ti, Dios de mis antepasados, te doy gracias y te alabo porque me has dado fuerza y sabiduría; me has concedido lo que te pedí, mostrándome lo que el rey soñó.


Jesús le dijo: —¡Dichoso tú, Pedro, hijo de Jonás! Porque no sabes esto por tu propia cuenta, sino que te lo ha revelado mi Padre que está en el cielo.


y le dijeran a Jesús: —¿Es que no oyes lo que estos niños están diciendo? Jesús les contestó: —Sí, ¡claro que lo oigo! ¿No recordáis lo que dicen las Escrituras?: «Los niños pequeños, los que todavía maman, te cantarán alabanzas».


—Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento! Pero que no suceda lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.


Jesús, entonces, decía: —¡Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen! Mientras los soldados echaban suertes para saber cuál de ellos se quedaría con la ropa de Jesús,


La gente quitó la piedra que tapaba la entrada de la tumba. Luego, Jesús miró al cielo y exclamó: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado.


En este momento estoy sufriendo mucho, y me encuentro confundido. Quisiera decirle a mi Padre que me libre de este sufrimiento. Pero no lo haré, porque yo he venido al mundo precisamente para hacer lo que él me mandó.


Más bien diré a mi Padre: «Muéstrale al mundo tu poder». Luego, desde el cielo se oyó una voz que decía: —Ya he mostrado mi poder, y volveré a hacerlo de nuevo.


Es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él; es el dueño del cielo y de la tierra, y no vive en templos hechos por seres humanos.


Dios nos dio a conocer todo esto por medio de su Espíritu, que lo examina todo, hasta los secretos más profundos de Dios.


Ellos nunca entendieron esto. Por eso hasta el día de hoy, cuando leen los libros de Moisés, no lo comprenden. Es como si su entendimiento estuviera cubierto con un velo que solo Cristo puede retirar,


El niño Samuel, por el contrario, servía fielmente a Dios. Samuel se vestía con ropa de lino, como los sacerdotes.


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