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Marcos 3:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Cuando los espíritus malos veían a Jesús, caían a sus pies y gritaban: —¡Tú eres el Hijo de Dios!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Y, cuando los que estaban poseídos por espíritus malignos lo veían, los espíritus los arrojaban al suelo frente a él y gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Incluso los espíritus malos, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: 'Tú eres el Hijo de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y cuando los espíritus inmundos lo veían, caían ante Él, y gritaban diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 También los espíritus impuros, cuando lo veían, se postraban ante él gritando: 'Tú eres el Hijo de Dios'.

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Marcos 3:11
14 Referans Kwoze  

Todos los que estaban en la barca se arrodillaron ante Jesús y le dijeron: —¡Es verdad, tú eres el Hijo de Dios!


Entonces llegó el diablo para ponerle una trampa, y le dijo: —Si de verdad eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.


y le dijo: —Si en verdad eres el Hijo de Dios, tírate abajo, pues las Escrituras dicen: «Dios mandará a sus ángeles para que te cuiden. Ellos te sostendrán para que tus pies no tropiecen con ninguna piedra».


los demonios gritaron: —¡Jesús, Hijo de Dios!, ¿qué vas a hacernos? ¿Vas a castigarnos antes del juicio final?


los demonios suplicaron a Jesús: —Si nos expulsas de estos hombres, déjanos entrar en esos cerdos.


Esta es la historia de cómo comenzó a anunciarse la buena noticia acerca de Jesús, que es el Hijo de Dios y el Mesías.


Los demonios que salían de la gente gritaban: —¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el Mesías.


Como los demonios lo atacaban muchas veces, la gente le ponía cadenas en las manos y en los pies, y lo mantenía vigilado. Pero él rompía las cadenas y, empujado por el demonio, huía a lugares solitarios. Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces Jesús ordenó al demonio que saliera del hombre, pero él gritaba: —¡Jesús, Hijo del Dios altísimo, no te metas conmigo! Te ruego que me dejes en paz y no me hagas sufrir.


La muchacha seguía a Pablo y a nosotros y gritaba a la gente: —¡Estos hombres trabajan para el Dios Altísimo, y han venido a anunciaros que Dios quiere salvaros!


Si alguno tiene hambre, es mejor que coma en su casa. Así Dios no tendrá que castigaros por vuestro comportamiento en las reuniones. En cuanto a las otras preguntas que me hicisteis, ya hablaremos cuando vaya a visitaros.


Tú crees que existe un solo Dios. ¡Muy bien! Pero hasta los demonios creen en él y tiemblan de miedo.


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