Mi nombre es Ezequiel, hijo de Buzí, y soy sacerdote. Fui llevado prisionero a Babilonia, junto con el rey Jeconías y muchos otros israelitas. Cinco años después, Dios me habló, me hizo sentir su poder y me permitió ver algunas cosas que iban a suceder. Estaba yo junto al río Quebar. Era el día cinco del cuarto mes, el mes de Tamuz del año treinta.
En una ocasión en que Jesús estaba orando solo, sus discípulos llegaron al lugar donde se encontraba para reunirse con él. Jesús les preguntó: —¿Qué dice la gente acerca de mí?