Los comerciantes de la corte compraban en Egipto y Cilicia los caballos para Salomón. El precio de un conjunto de cuatro caballos comprado en Egipto era de seiscientas monedas de plata, y el de un caballo, de ciento cincuenta. Salomón, a través de sus comerciantes, vendía estos caballos a los reyes hititas y sirios. De esta manera la plata era en la corte de Salomón tan abundante como las piedras, y la madera de cedro tan abundante como la de las higueras que crecen en los valles de Palestina.