6 Jesús les contó también esta parábola: —Un hombre había plantado una higuera en su viña. Un día, fue a ver si el árbol tenía higos, pero no encontró ninguno.
6 Luego Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias veces para ver si había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado.
Tan grande es la mancha de vuestro pecado que ni el mejor jabón del mundo podrá quitar de vosotros esa mancha. Yo os he cuidado como se cuida al mejor viñedo. Vuestros antepasados me obedecieron, pero vosotros os habéis convertido en viña degenerada que solo produce uvas podridas. Soy yo, Dios, quien lo asegura.
Una viña me daría uvas, —dice vuestro Dios— una higuera me daría higos, pero vosotros solo sois hierba marchita. ¡Por eso voy a quitaros todo lo que os había dado!
Cuando un árbol no produce buenos frutos, su dueño lo corta de raíz y lo quema. Pues bien, Dios ya está listo para destruir a los que no produzcan buenos frutos.
No fuisteis vosotros los que me elegisteis; fui yo quien os eligió a vosotros. Os he escogido para que vayáis y deis fruto y ese fruto sea duradero. Así, mi Padre os dará lo que le pidáis en mi nombre.
En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables; nos enseña a tratar bien a los demás y a tener confianza en Dios,