56 ¿A quién tratáis de engañar? Os basta con mirar el aspecto del cielo y de la tierra para saber si el tiempo será bueno o malo. ¡Sin embargo veis las cosas que yo hago y no os dais cuenta de que son señales de Dios!
Pues mirad —dice el Dios todopoderoso—, yo voy a enviar un mensajero para que me prepare el camino. Es el mensajero del pacto a quien vosotros buscáis y deseáis, y que llegará a mi Templo cuando menos lo esperéis. Mi mensajero ya viene. Pero, cuando llegue, nadie va a poder resistir su presencia. ¡Ese día nadie va a poder mantenerse en pie! Mi mensajero es como el fuego que purifica los metales; es como el jabón que limpia la suciedad.
En ese momento, Jesús se dirigió a Dios diciendo: —¡Padre, tú gobiernas en el cielo y en la tierra! Te doy gracias porque no has mostrado estas cosas a los sabios y estudiosos; en cambio sí las has mostrado a la gente humilde y sencilla.
Pero si por la mañana el cielo está rojo y nublado, decís: «Hoy tendremos tormenta». Si entendéis tan bien las señales del cielo acerca del tiempo. ¿Por qué, entonces, no entendéis que las cosas que yo hago ahora son una señal de Dios?
Si uno de vosotros socorre a un necesitado, que no se ponga a publicarlo en las sinagogas ni en los lugares por donde pasa la gente; eso lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para que la gente los alabe. Os aseguro que esos ya han recibido su premio.