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Levítico 8:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Consagró además el altar y todos sus utensilios, y también el recipiente de bronce y su base. Para consagrar el altar derramó aceite sobre él siete veces.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Y roció de él sobre el altar siete veces, y ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente y su base, para santificarlos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Roció el altar siete veces con el aceite, de esta manera lo ungió junto con todos los utensilios, al igual que el lavamanos y su base, para santificarlos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Roció con el óleo siete veces el altar y lo ungió con todos los utensilios, así como también la pila y su base, para que quedaran consagrados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Roció con él siete veces el altar, y ungió el altar y todos sus utensilios así como la fuente y su base, para santificarlos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Con el óleo roció siete veces el altar y ungió, a fin de consagrarlos, el altar y todos sus utensilios, la pila y su soporte.

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Levítico 8:11
13 Referans Kwoze  

Luego Moisés les dijo: —Nadie debe guardar nada para el día siguiente.


Cada día, durante esta ceremonia, me ofreceréis un ternero como sacrificio, para que yo os perdone vuestros pecados; purificaréis también y consagraréis el altar derramando aceite sobre él. Cualquier cosa o persona que entre en contacto con el altar quedará igualmente consagrada a mí.


Cuando lo hagas, todos esos muebles y utensilios quedarán consagrados a mí y deberán considerarse como objetos sagrados. Todo lo que entre en contacto con ellos será también considerado como algo sagrado.


Anda y lleva contigo la vara, pues con ella harás cosas maravillosas.


Pero si no te creen ni te obedecen, dales esta otra prueba: mete la mano entre tu ropa y tócate el pecho; luego vuelve a sacarla. Moisés lo hizo así y, cuando sacó la mano, vio que estaba llena de llagas, pues tenía lepra. Dios le dijo: —Vuelve a meter tu mano entre la ropa. Moisés obedeció y, cuando la sacó, vio que estaba tan sana como el resto de su cuerpo. Dios le dijo:


Muchas naciones se asombrarán, y en la presencia de mi siervo los reyes quedarán mudos, porque verán lo que nadie les había contado y descubrirán lo que jamás habían oído.


Habéis rendido culto a los ídolos, pero yo me olvidaré de vuestras maldades; las limpiaré con agua pura.


Allí mojará su dedo en la sangre y con ella salpicará siete veces en dirección a la cortina que está a la entrada del Lugar Santísimo.


y es que Dios ha derramado generosamente sobre nosotros ese Espíritu a través de Jesucristo, nuestro Salvador.


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