pero a Aarón y a sus hijos les pertenecen el pecho del carnero que se ofreció en su consagración y el muslo de la ofrenda. De ahora en adelante, el pecho y el muslo del carnero que los israelitas me ofrezcan para pedirme perdón por algún pecado, serán para Aarón y sus descendientes. Esta será una ley permanente.
Además, cuando el pueblo presente ofrendas para pedirle a Dios salud y bienestar, tú, tus hijos y tus hijas podréis quedaros con el pecho y la pierna del animal, pues esto es lo que os corresponde. Deberéis comerlos en un lugar que no esté contaminado, pero antes de eso realizaréis la ceremonia de ofrecimiento ante el altar de Dios, y quemaréis la grasa del animal. Esta es una orden de Dios que no cambiará jamás.
Yo he decidido que el pecho y la pierna de estos animales sean para siempre de los sacerdotes. De las ofrendas que presentan los israelitas, esta será siempre la parte que les corresponde a los sacerdotes.
Luego el sacerdote someterá al rito del balanceo las costillas y el muslo del animal que se ofrecen en mi honor. Estas porciones son sagradas y pertenecen solo al sacerdote. Después de hacer todo esto, el nazireo podrá beber vino.
Los sacerdotes podrán comer la carne de los toros y los corderos que se ofrezcan a Dios, pero de ellos solo podrán comer la espaldilla, la quijada y una parte del estómago.
Enseguida el cocinero trajo una pierna entera y se la sirvió a Saúl. Entonces Samuel dijo a Saúl: —Esta es la parte escogida y reservada para ti. Come, pues la aparté para que hoy la comieras junto con los demás invitados. Samuel y Saúl comieron juntos aquel día.