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Levítico 4:35 - Biblia Lenguaje Básico

35 Luego quemará sobre el altar toda la grasa, como se hace con las ofrendas para pedirme salud y bienestar, y con las otras ofrendas que se presentan en mi honor. Así el sacerdote presentará la ofrenda en favor de esa persona, y yo le perdonaré su pecado.

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Biblia Reina Valera 1960

35 Y le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio de paz, y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová; y le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, y será perdonado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 Después deberá quitar toda la grasa de la oveja, tal como lo hace con la grasa de una oveja que se presenta como ofrenda de paz. Quemará la grasa sobre el altar encima de las ofrendas especiales presentadas al Señor. Mediante este proceso, el sacerdote purificará a la persona de su pecado, la hará justa ante el Señor, y será perdonada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 También quitará toda la grasa, así como se quita del ternero sacrificado en sacrificio de comunión, la quemará sobre el altar encima de los sacrificios haciendo la expiación por el que ofrece y por su pecado, y le será perdonado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 Luego quitará toda su grasa tal como fue quitada la grasa del cordero del sacrificio de las ofrendas de paz, y el sacerdote la dejará consumir sobre el altar como sacrificio ígneo a YHVH. El sacerdote ofrecerá así expiación por tal persona, por el pecado cometido, y le será perdonado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 Separará toda la grasa, como se hizo con la del cordero del sacrificio de comunión, y el sacerdote la quemará en el altar como en los sacrificios de manjares pasados por el fuego en honor de Yahveh. Así el sacerdote expiará por él, por el pecado cometido, y quedará perdonado.'

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Levítico 4:35
40 Referans Kwoze  

Pero si la mujer no tiene dinero para comprar un cordero, podrá presentar como ofrenda dos palomas o dos pichones, uno como ofrenda que se quema en honor de Dios y otro que se presentará como ofrenda para el perdón de pecados. Así la mujer quedará purificada.


Para terminar, el sacerdote derramará el aceite restante sobre la cabeza del que se purifica. Luego presentará la ofrenda para el perdón de pecados y quemará otra en honor de Dios, junto con una ofrenda de cereal. Así esa persona quedará purificada por completo.


Entonces el sacerdote presentará uno como ofrenda para el perdón de pecados, y el otro lo quemará en mi honor. Este será el rito de purificación delante de mí por el paciente.


El sacerdote hará el rito de la expiación delante de mí y a la persona culpable le será perdonado el pecado que cometió.


y de esta manera perdonaré el pecado del pueblo. Finalmente, el sacerdote sacará del campamento el resto del ternero y lo quemará en el lugar destinado para echar las cenizas.


Después quemará toda la grasa del animal, como se hace con la ofrenda para pedirme salud y bienestar. Así presentará el sacerdote la ofrenda en favor del culpable, y yo le perdonaré su pecado.


A la otra ave, el sacerdote la quemará por completo en mi honor, según mis instrucciones, para que yo perdone al que pecó.


Así es como el sacerdote presentará las ofrendas, para que yo perdone a cualquiera que haya cometido alguno de estos pecados. Lo que sobre de estas ofrendas será para el sacerdote, como en el caso de las ofrendas de cereales.


y presentarme como ofrenda para obtener el perdón de su pecado una cabra o una cordera. El sacerdote presentará la ofrenda en favor de esa persona, y yo la perdonaré.


Cuando los sacerdotes me presenten la ofrenda de cereales, deberán hacer lo siguiente:


Luego Moisés dijo a Aarón: —Acércate al altar y presenta tu ofrenda para el perdón de tus pecados y quema una ofrenda en honor de nuestro Dios. Presenta también la ofrenda por ti y por el pueblo, para que Dios os perdone, pues así lo ha ordenado él.


El sacerdote pedirá así el perdón para todo el pueblo de Israel que será perdonado, pues ha cometido una falta sin querer y por esa falta han ofrecido el correspondiente sacrificio de expiación. Todos serán perdonados, tanto el israelita como el extranjero residente entre ellos, pues se trata de una falta involuntaria.


El sacerdote me pedirá el perdón para la persona que pecó sin querer y, una vez cumplido el rito de expiación, yo perdonaré su pecado.


Y es que Dios ya no nos acepta por obedecer la ley; desde ahora solo acepta a los que confían en Cristo. Así, pues, con Cristo la ley ha llegado a su cumplimiento final.


Dios entregó a Jesús para que muriera por nuestros pecados, y lo resucitó para que fuéramos declarados inocentes.


Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados.


Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos a nosotros inocentes por medio de Cristo.


Debéis amar a los demás, como Cristo nos amó y se entregó a la muerte por nosotros como si fuera una ofrenda y un sacrificio de aroma agradable que se hace a Dios.


quien por su muerte nos salvó y perdonó nuestros pecados.


El Hijo de Dios nos muestra el poder y la grandeza de su Padre. El Hijo de Dios es igual en todo a su Padre y mediante su palabra poderosa hace que el universo siga existiendo. El Hijo de Dios logró que Dios perdonara nuestros pecados y después subió al cielo para sentarse a la derecha del trono de su Padre.


Jesús es el Hijo de Dios y es nuestro gran Jefe de los sacerdotes, que ha subido al cielo. Por eso debemos mantenernos firmes en la fe que creemos.


Jesús es el Jefe de Sacerdotes que necesitábamos, pues es santo, en él no hay maldad y nunca ha pecado. Dios lo apartó de los pecadores, lo hizo subir al cielo y lo puso en el lugar más importante de todos.


Pues si todo eso tiene poder, más poder tiene la sangre de Cristo. Porque por medio del Espíritu, que vive para siempre, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha ni pecado. Su sangre nos purifica, para que estemos seguros de que hemos sido perdonados, y para que podamos dar culto a Dios, que vive para siempre.


Cristo «no pecó nunca y jamás engañó a nadie».


Cristo hizo suyos nuestros pecados y por eso murió en la cruz. Lo hizo para que nosotros dejemos por completo de pecar y vivamos para hacer el bien. Cristo fue herido para que vosotros fuerais sanados.


Porque Cristo murió una vez y para siempre para perdonar nuestros pecados. Él era bueno e inocente y sufrió por los pecadores para llevaros a Dios. Como hombre mortal, padeció la muerte, pero como espíritu volvió a la vida.


Pero si vivimos en la luz, como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús.


que ha muerto para que Dios perdone nuestros pecados y los de todo el mundo.


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