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Levítico 4:34 - Biblia Lenguaje Básico

34 El sacerdote mojará su dedo en la sangre y untará con ella los salientes del altar, y derramará el resto de la sangre sobre su base.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Después con su dedo el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Luego el sacerdote mojará su dedo en la sangre de la ofrenda por el pecado y la pondrá en los cuernos del altar de las ofrendas quemadas, y derramará el resto de la sangre al pie del altar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 El sacerdote mojará su dedo en la sangre y teñirá con ella los cuernos del altar de los holocaustos, luego derramará el resto de la sangre al pie del altar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Después el sacerdote tomará con su dedo de la sangre de la víctima expiatoria y la pondrá en los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de su sangre al pie del altar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Luego el sacerdote tomará con su dedo sangre de la víctima expiatoria, la pondrá en los cuernos del altar de los holocaustos y derramará la sangre restante al pie del altar.

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Levítico 4:34
15 Referans Kwoze  

Dios es un Dios que salva, y quiso que su enseñanza fuera maravillosa.


Después pondrá un poco de sangre en los salientes del altar del incienso, dentro de la Tienda del encuentro. El resto de la sangre lo derramará sobre la base del altar donde se queman los animales ofrecidos y que está a la entrada de la Tienda del encuentro.


Luego el sacerdote mojará su dedo en la sangre del chivo y untará con ella las esquinas del altar, y derramará el resto de la sangre sobre su base.


El sacerdote mojará su dedo en la sangre de la cabra y untará con ella los salientes del altar, y derramará el resto de la sangre sobre su base.


Yo he entregado toda mi vida por mis discípulos, para que también ellos se entreguen por completo a ti.


Y es que Dios ya no nos acepta por obedecer la ley; desde ahora solo acepta a los que confían en Cristo. Así, pues, con Cristo la ley ha llegado a su cumplimiento final.


Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados.


Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.


Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos a nosotros inocentes por medio de Cristo.


¡Imaginaos entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios y los que dicen que su muerte no sirve para nada! Los que hacen eso insultan al Espíritu de Dios que los ama, y menosprecian la muerte de Cristo, es decir, el nuevo pacto por medio del cual han sido consagrados a Dios.


Dios hizo todas las cosas para él mismo y quiere que sean muchos los que compartan su gloria. Para ello, Dios tenía que hacer perfecto a Jesucristo por medio del sufrimiento para que así Jesucristo fuera el Salvador de ellos.


Cristo hizo suyos nuestros pecados y por eso murió en la cruz. Lo hizo para que nosotros dejemos por completo de pecar y vivamos para hacer el bien. Cristo fue herido para que vosotros fuerais sanados.


Porque Cristo murió una vez y para siempre para perdonar nuestros pecados. Él era bueno e inocente y sufrió por los pecadores para llevaros a Dios. Como hombre mortal, padeció la muerte, pero como espíritu volvió a la vida.


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