Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Levítico 26:31 - Biblia Lenguaje Básico

31 Yo convertiré vuestras ciudades en un montón de ruinas. Destruiré vuestro santuario y rechazaré el aroma de vuestras ofrendas.

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 Haré desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la fragancia de vuestro suave perfume.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Haré que sus ciudades queden desoladas y destruiré sus lugares de culto pagano. No me agradaré de sus ofrendas, las cuales deberían ser un aroma agradable para mí.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Reduciré a escombros sus ciudades y devastaré sus santuarios, no me agradará más el perfume de sus sacrificios.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

31 Pondré vuestras ciudades en ruina, destruiré vuestros santuarios y no oleré más el aroma aplacador de vuestros sacrificios.

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Convertiré vuestras ciudades en montones de ruinas, derribaré vuestros santuarios y no aspiraré ya más vuestros aromas calmantes.

Gade chapit la Kopi




Levítico 26:31
45 Referans Kwoze  

Y cuando a Dios le llegó tan grato aroma, tomó la siguiente decisión: «Aunque todo hombre y mujer solo piensan en hacer el mal desde su niñez, jamás volveré a maldecir la tierra por su culpa ni a destruir a los seres vivos como acabo de hacerlo.


«He visto tu arrepentimiento y tu humilde actitud al escuchar la desgracia que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, una desgracia que será terrible. He visto que has rasgado tu ropa y has llorado ante mí. Pues bien, yo también te he escuchado —te doy mi palabra—


Luego derribó la muralla de Jerusalén, prendió fuego al Templo de Dios y a los palacios, y destruyó todos los objetos de valor.


ellos me respondieron: —Los que han sobrevivido al destierro y ahora residen en Jerusalén tienen graves problemas y se sienten terriblemente humillados. Las murallas de la ciudad están en ruinas, y sus puertas siguen destruidas por el fuego.


Entonces les dije: —Conocéis bien el problema que tenemos, porque las murallas de Jerusalén están en ruinas y sus puertas siguen destruidas por el fuego. Pero vamos a reconstruirlas, para que no se burlen más de nosotros.


y le dije al rey: —¡Deseo que su majestad viva muchos años! La verdad es que sí estoy triste ¿y cómo no voy a estarlo si la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados permanece en ruinas y sus puertas siguen destruidas por el fuego?


Israel está destruido, sus ciudades arden en llamas; ante la mirada de sus habitantes el enemigo devora sus cosechas. El país ha quedado desierto, totalmente devastado.


Entonces le pregunté: —Dios mío, ¿cuánto tiempo durará esta situación? Dios me respondió: —Hasta que todas las ciudades sean destruidas y se queden sin habitantes; hasta que en las casas no haya más gente y los campos queden desiertos;


No permitas que los malvados sigan pisoteando tu santo Templo.


No te enfades demasiado ni te acuerdes todo el tiempo de nuestros pecados: ¡mira que somos tu pueblo!


Pero hay gente que me sacrifica un toro y después sale y mata a una persona. Hay gente que me sacrifica una oveja y luego desnuca un perro. Hay gente que me hace una ofrenda, pero es de sangre de cerdo. Hay gente que me honra con incienso y luego no le importa ir a dar culto a un ídolo. Pues bien, si ellos han decidido hacer tales cosas odiosas y les parece bien,


De lo contrario, os aseguro que este palacio será totalmente destruido».


yo destruiré el Templo de Jerusalén lo mismo que destruí el santuario de Siló, y esta ciudad será objeto de burla y de maldición.


La tierra que antes era fértil ahora parece un desierto. ¡Todas las ciudades están en ruinas! Dios, en su terrible enfado, hizo que todo esto sucediera.


Porque así dice Dios: Toda la nación será destruida, pero no la destruiré por completo.


Ya está en marcha un ejército. Ha salido para destruir naciones, y también destruirá vuestro país. Os atacará como si fuera un león que sale de su cueva. Las ciudades quedarán en ruinas y nadie podrá vivir en ellas.


Por eso me enfurecí y destruí Jerusalén y las demás ciudades de Judá.


Nebuzaradán incendió el Templo de Dios, el palacio del rey y todas las casas de Jerusalén, en especial las de los líderes más importantes.


Y yo, Jeremías, me pregunto: ¿Por qué ha quedado abrasado el país y convertido en desierto por el que nadie pasa. ¿Quién puede entender esto? ¿Hay alguien que nos hable de parte de Dios y nos lo pueda explicar?


¡Pobrecita de ti, Jerusalén! Antes eras la más famosa de todas las ciudades. ¡Antes estabas llena de gente, pero te has quedado muy sola, te has quedado viuda! ¡Fuiste la reina de las naciones, pero hoy eres su esclava!


Dueño de todas tus riquezas es ahora tu enemigo. Tú misma has visto entrar en el Templo a gentes de otras naciones a las que Dios había prohibido participar en la asamblea.


Como quien derriba una choza, Dios destruyó su Templo. Ya nadie en Jerusalén celebra los sábados ni los días de fiesta. Dio rienda suelta a su ira contra el rey y los sacerdotes.


Incitó al ejército enemigo a conquistar Jerusalén; el enemigo gritó en su Templo como si estuviera de fiesta. ¡Dios ha rechazado por completo su altar y su santuario!


Le saqué filo para matar; le saqué brillo para deslumbrar.


—Ezequiel, hombre mortal, vuelve la mirada hacia Jerusalén, dirige tu palabra en dirección al Templo y habla así contra la tierra de Israel: Esto dice Dios: Voy a tomar la espada y, desde el norte hasta el sur, mataré por igual a justos y a pecadores.


Me ha encargado que os diga de su parte lo siguiente: Israelitas, vosotros os sentís muy orgullosos de mi Templo. Pero aunque lo admiráis y amáis apasionadamente, yo voy a permitir que sea destruido. Y voy a permitir también que mueran a espada los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén.


Cuando el rey Nabucodonosor oyó esto, se echó al suelo ante Daniel y ordenó que le presentaran ofrendas y perfumes.


Destruiré los pequeños templos que se han construido los israelitas en las colinas, y declararé la guerra a la familia del rey Jeroboán.


¡Pues bien, por vuestra culpa el monte de Sion se convertirá en campo lleno de maleza y Jerusalén será una pura ruina.


Yo he destruido naciones y he derribado sus torres; ya no hay nadie que camine por sus calles solitarias; sus ciudades están desiertas, pues no queda un solo habitante.


A unos los matarán con espada y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será conquistada y humillada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente será destruida.


Le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá el Templo, y que cambiará las costumbres que Moisés nos enseñó.


Si seguimos pecando voluntariamente después de haber conocido la verdadera enseñanza de Dios, ningún sacrificio podrá hacer que Dios nos perdone.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite