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Levítico 26:19 - Biblia Lenguaje Básico

19 Aplastaré vuestra soberbia y haré que el cielo sea impenetrable como hierro y deje de llover; igualmente la tierra de cultivo se volverá dura como el bronce.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

19 Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Quebrantaré su espíritu orgulloso al hacer que el cielo sea tan rígido como el hierro y la tierra tan dura como el bronce.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Quebrantaré su orgullosa fuerza; haré que el cielo sea de hierro para ustedes y la tierra de bronce.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Quebrantaré la soberbia de vuestro poderío, y tornaré vuestros cielos como hierro y vuestra tierra como bronce.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Quebrantaré el orgullo de vuestro poderío, haré como de hierro vuestro cielo y como de bronce vuestra tierra.

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Levítico 26:19
20 Referans Kwoze  

Elías era un profeta de Tisbé, pueblo que estaba en la región de Galaad. Un día, Elías anunció a Ajab: —Juro por el Dios de Israel, a quien sirvo, que durante varios años no va a llover ni a caer rocío hasta que yo lo diga.


Si llegamos a pecar contra ti, y como castigo deja de llover por mucho tiempo, perdónanos, siempre y cuando acudamos a ti en este lugar, te invoquemos en él y nos arrepintamos de haberte ofendido.


pues ya está cerca el día en que humillará a esos orgullosos.


Moab intentará surgir de nuevo, pero, por más que se esfuerce, Dios aplastará su orgullo.


Dios humilla a los creídos y derrota a la ciudad orgullosa


¡Qué mal le va a ir a Samaría, orgullo y corona del Reino del Norte! ¡Qué mal les va a ir a sus habitantes que se portan como borrachos y presumen de tener como capital a una flor ya marchita que domina el fértil valle donde viven esos borrachos! Asiria es un pueblo poderoso; Dios lo tiene preparado como una tormenta de granizo, como lluvia torrencial y destructora, como una terrible inundación. Con su poder y su fuerza, Asiria abatirá a Samaría en la que esos borrachos del Reino del Norte han puesto todo su orgullo;


—Así como se ha podrido el cinturón, así también haré que se pudran el reino de Judá y su capital Jerusalén. Es gente muy terca, orgullosa y malvada; no quieren obedecerme, y para colmo adoran a otros dioses. ¡Pero quedarán como este cinturón, que no sirve para nada!


Por eso no llegan las lluvias, ni caen aguaceros en la primavera. No tienes vergüenza; eres peor que una prostituta.


Me ha encargado que os diga de su parte lo siguiente: Israelitas, vosotros os sentís muy orgullosos de mi Templo. Pero aunque lo admiráis y amáis apasionadamente, yo voy a permitir que sea destruido. Y voy a permitir también que mueran a espada los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén.


Esto digo también yo, el Dios de Israel: Los que apoyen a Egipto morirán en la batalla; será humillado su orgullo y su poder. Desde Migdol hasta Asuán, sus cadáveres quedarán tirados por todo el territorio egipcio. Soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Habéis cometido acciones odiosas. Por eso os quitaré vuestro poder y vuestro orgullo. Dejaré este país hecho un desierto. Quedará totalmente abandonado y nadie pasará por sus montañas. Entonces reconoceréis que yo soy el Dios de Israel.


pues voy a traer naciones malvadas que se apoderarán de vuestras casas. Ni siquiera respetarán vuestros santuarios, así que ya no tendréis nada que os haga sentir orgullosos.


Tú, Jerusalén, has sido muy rebelde; pero cuando llegue ese día ya no quedarás avergonzada, porque entonces expulsaré de ti a los que se creen muy importantes y no volverás a mostrar tu soberbia en mi monte santo.


Hace muchos años, cuando aún vivía el profeta Elías, no llovió en tres años y medio, y la gente se moría de hambre. En Israel había muchas viudas;


él se enfadará y no os enviará lluvia. Entonces no tendréis cosechas, y pronto moriréis de hambre en esa buena tierra que Dios os va a dar.


Además, los filisteos capturaron el Arca del pacto de Dios y mataron a Jofní y Finés, hijos de Elí.


Cuando el resto del ejército israelita regresó al campamento, los jefes del pueblo se preguntaron: —¿Por qué permitió Dios que los filisteos nos derrotaran? Vamos a Siló a traer el Arca del pacto. ¡Así Dios nos librará de nuestros enemigos!


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