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Levítico 19:31 - Biblia Lenguaje Básico

31 No consultéis a los que presumen de hablar con los espíritus de los muertos. Si lo hacéis, os volveréis impuros. Yo soy vuestro Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 »No te contamines al recurrir a los médiums o a los que consultan con los espíritus de los muertos. Yo soy el Señor tu Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 No se dirijan a los brujos ni a los que llaman a los espíritus; no los consulten no sea que con ellos se manchen: ¡Yo soy Yavé!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 No os volváis a los que evocan espíritu de muertos, ni a los adivinos,° ni los busquéis para ser contaminados por ellos. Yo, YHVH, vuestro Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 No acudáis a los nigromantes ni consultéis a los adivinos para no quedar impuros. Yo, Yahveh, vuestro Dios.

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Levítico 19:31
22 Referans Kwoze  

Quemaron a sus hijos e hijas para ofrecerlos como sacrificios, fueron a consultar con adivinos y brujos que pretendían saber el futuro, y se dedicaron por completo a hacer lo malo, por lo que provocaron la ira de Dios.


Manasés puso la imagen de la diosa Astarté en el Templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de los espiritistas y los brujos. También hizo quemar a su hijo como un sacrificio. Su comportamiento fue tan malo, que Dios se enfureció con él. Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «Entre todas las tribus de Israel, he elegido a Jerusalén y a este Templo como lugar donde se invoque mi nombre para siempre.


Además Josías eliminó a todos los brujos y adivinos, y destruyó todos los ídolos, incluso los ídolos familiares. Todos los objetos aborrecibles que había en Jerusalén y en Judá para dar culto a los dioses falsos, fueron destruidos. Así cumplió Josías lo que se mandaba en el libro que el sacerdote Jilquías había encontrado en el Templo.


Esta fue la causa de la muerte de Saúl: por no haber obedecido los mandamientos de Dios y por haber ido a consultar a una adivina


Puso la imagen de un ídolo en el Templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de brujos y espiritistas. También hizo quemar a su hijo como un sacrificio en el valle de Ben Hinón. Su comportamiento fue tan malo, que Dios se enfureció con él. Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «Entre todas las tribus de Israel, he elegido a Jerusalén y este Templo como lugar donde se invoque mi nombre para siempre.


Toda persona que tenga relaciones sexuales con algún animal deberá morir.


Tú serás humillada, quedarás tirada en el suelo; apenas se oirán tus palabras, tu voz parecerá la de un fantasma.


¡Que se presenten ahora los sabios a quienes te has cansado de consultar! ¡Que traten de salvarte los que se sirven de los astros para anunciarte el futuro!


Seguramente que la gente os dirá: «Todos los pueblos consultan a sus dioses y les piden instrucciones o mensajes. Id vosotros también y consultad a los brujos y adivinos, para que os digan qué va a suceder». ¡Pero no hagáis caso de lo que os digan, pues se trata de una insensatez!


No comáis nada que tenga sangre. No practiquéis ninguna clase de brujería.


Respetad a vuestra madre y a vuestro padre, y respetad también el día de descanso. Yo soy vuestro Dios.


Cualquier hombre o mujer, que consulte a los espíritus de los muertos o practique la adivinación, se hará responsable de su acción y será apedreado hasta morir.


La gente le prestaba mucha atención porque durante mucho tiempo los había tenido asombrados con los trucos de magia que realizaba.


Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enfadan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones.


Pero a los cobardes, a los que no crean en mí, a los que hagan cosas odiosas, a los que hayan matado a otros, a los que tengan relaciones sexuales prohibidas, a los que practiquen la brujería, a los que adoren dioses falsos y a los mentirosos, los lanzaré al lago ardiente de fuego y azufre, y allí permanecerán separados de mí para siempre.


Los filisteos se reunieron en Sunán, donde acamparon. Saúl reunió a todo el ejército de Israel y acampó en Guilboa. Cuando Saúl vio al ejército filisteo, le dio muchísimo miedo. Entonces consultó a Dios qué debía hacer. Pero Dios no le contestó, ni en sueños, ni por medio de las piedras de la suerte, ni a través de profetas. Saúl no podía recurrir a Samuel para consultar a Dios, porque Samuel ya había muerto. La gente había llorado mucho su muerte y lo habían enterrado en Ramá, el pueblo donde había nacido. Tampoco podía acudir a los adivinos y espiritistas, pues los había expulsado del país. A pesar de ello dijo a sus servidores: —Buscadme a una espiritista a quien pueda consultar. —Hay una en Endor —le dijeron sus ayudantes.


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