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Levítico 18:24 - Biblia Lenguaje Básico

24-27 No hagáis nada de esto o, de lo contrario, quedaréis contaminados. Los pueblos que ahora voy a expulsar del territorio que os voy a dar, han cometido todas estas maldades, y tanto ellos como su territorio se han vuelto aborrecibles, así que yo he decidido castigarlos expulsando a sus habitantes de su territorio. Pero ni vosotros ni los inmigrantes que vivan entre vosotros deberéis comportaros tan mal.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 »No se contaminen con ninguna de estas prácticas, porque los pueblos que estoy expulsando delante de ustedes se contaminaron haciendo todas esas prácticas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 No se manchen haciendo estas cosas, pues así es como se han manchado las naciones que yo desalojé ante ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 No os contaminaréis con nada de todo esto, porque con todo esto se han contaminado las naciones que Yo expulso de delante de vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 No os manchéis con ninguna de estas cosas, pues con ellas se han manchado los pueblos que yo voy a arrojar de delante de vosotros.

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Levítico 18:24
22 Referans Kwoze  

Pero cuando hayan pasado cuatro generaciones, tus descendientes podrán volver a este país, porque hasta entonces no habrá cesado la maldad de los amorreos (que ahora lo ocupan).


entonces expulsaré a Israel de la tierra que le he dado. Abandonaré este Templo que he dedicado en honor de mi nombre, y todas las naciones se burlarán de Israel.


Manasés se comportó mal ante Dios practicando costumbres vergonzosas de las naciones que Dios había expulsado del territorio de los israelitas.


Cuando todo esto finalizó, vinieron los dirigentes del pueblo y me dijeron: —Esdras, queremos informarte que nuestro pueblo, incluidos los sacerdotes y los levitas, no se ha mantenido apartado de la gente idólatra que habita este país. Todos ellos han seguido imitando las horribles costumbres de los pueblos que habitan en Canaán y Egipto.


Al cometer tales acciones, se corrompieron a sí mismos y resultaron culpables.


Una y otra vez les mandé profetas, para que les dijeran que no adoraran a otros dioses, pues eso es algo odioso, que yo no soporto.


—Ezequiel, hombre mortal, cuando los israelitas vivían en su país, mataron a tanta gente que dejaron la tierra manchada de sangre. Su comportamiento me resultó sucio y odioso. Para colmo, llenaron el país de ídolos. Por eso me enfurecí con ellos y los dispersé entre las naciones.


Vosotros vivisteis antes en Egipto, y ahora os conduzco a Canaán. No deberéis comportaros ni como los egipcios ni como los cananeos.


Y no contaminaréis la tierra donde residís porque yo, que soy vuestro Dios, habito también en medio de ella, en medio de los hijos de Israel.


Vosotros sois el templo santo de Dios. A cualquiera que destruya ese templo, Dios también lo destruirá.


No se os ocurra hacer tal cosa, porque a Dios le repugna la manera en que esos pueblos adoran a sus dioses. ¡Hasta queman a sus propios hijos en sus altares!


Cuando hayáis entrado en ese territorio, y Dios haya expulsado de allí a esa gente, no penséis que Dios os ha dado esas tierras porque vosotros sois buenos. Dios expulsará a esa gente por su maldad y para cumplir la promesa que hizo a Abrahán, a Isaac y a Jacob, vuestros antepasados.


De cada diez hombres apartaremos uno y formaremos un grupo encargado de conseguir provisiones para el ejército que irá a castigar a Guibeá por este crimen tan vergonzoso que se ha cometido en Israel.


Esa misma noche, los hombres de la ciudad vinieron para atacarme y rodearon la casa donde estábamos hospedados. Pensaban matarme a mí, pero lo que hicieron fue abusar de mi mujer hasta causarle la muerte.


Entonces yo corté su cuerpo en pedazos y los mandé por todo el país, para que todos los israelitas se enteraran del terrible crimen que se había cometido.


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