Llevaron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete cabritos para ofrecerlos como sacrificio y pedir perdón a Dios por los pecados de la familia del rey, por los pecados del pueblo de Judá, y para hacer del Templo un lugar aceptable para Dios. El rey entregó los animales a los sacerdotes descendientes de Aarón, para que los sacrificaran sobre el altar de Dios.
En esa fiesta de dedicación presentaron como ofrenda cien toros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos. También presentaron doce chivos como ofrenda para obtener el perdón de los pecados de las doce tribus de Israel.
—Reúne a Aarón, a sus hijos y a todos los israelitas, y llévalos a la entrada de la Tienda del encuentro. Lleva también los trajes sacerdotales, el aceite para la consagración, el ternero de la ofrenda para el perdón de pecados, los dos carneros y la cesta de los panes sin levadura.
dijo a Aarón: —Presenta un ternero como ofrenda para el perdón de los pecados, y un carnero como sacrificio que ha de quemarse por completo, ambos sin defecto alguno, y ofrécelos ante Dios.
Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.