Pero Raquel había puesto los ídolos bajo la montura del camello y se había sentado encima; por eso dijo a su padre: —No te enfades si no me levanto, pero es que estoy con mi menstruación. Y así, aunque Labán buscó y rebuscó por toda la tienda, no pudo encontrar sus ídolos. Al verlo buscar por todos lados,