Isaías regresó junto al rey y le comunicó lo que Dios le había dicho. Ezequías le preguntó: —¿Y cómo voy a saber que sanaré y que podré ir al Templo dentro de tres días? ¿Qué señal me vas a dar de parte de Dios? Isaías le respondió: —Dime tú qué señal prefieres que te dé Dios como prueba de que su palabra se cumplirá: ¿quieres que la sombra en el reloj del sol se adelante diez grados o prefieres que retroceda? Ezequías contestó: —Que la sombra se adelante es fácil. Lo difícil es que retroceda. Prefiero que retroceda diez grados. Isaías rogó a Dios que lo hiciera así, y Dios hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de Ajaz. Luego Isaías ordenó preparar una pasta de higos secos, se la pusieran a Ezequías sobre la parte enferma y el rey sanó.