¿No sabíais que desde la muralla lanzan flechas? Acordaos de Abimélec, el hijo de Jeroboset. Se acercó tanto a la muralla durante la batalla en Tebés, que una mujer lanzó una piedra de molino y lo mató. ¿Por qué, pues, os habéis acercado tanto a las murallas?». Si te dice eso, tú le responderás: «También ha muerto tu siervo Urías, el hitita».
No se trata de eso, sino de que en ella hay un hombre de las montañas de Efraín. Se llama Sebá y se ha rebelado contra el rey David, a quien yo sirvo. Entregádmelo y no atacaré la ciudad. La mujer le aseguró: —Si es así, ahora mismo te arrojaremos la cabeza de Sebá desde la muralla.
Por lo tanto, prestad atención a la decisión que he tomado contra Edom; escuchad lo que he pensado hacer con los que viven en Temán. Los más jóvenes serán arrastrados y todo el país quedará destruido.
Prestad atención al plan que tengo; escuchad lo que voy a hacer con Babilonia y sus habitantes: hasta los niños más pequeños serán llevados a rastras, y la nación entera será destruida.
Entonces Débora dijo: —Está bien, te acompañaré. Pero quiero que sepas que no serás tú quien dé muerte a Sísara. Dios dará ese honor a una mujer. Y Débora se fue a Cadés con Barac,
pero la zarza, que estaba llena de espinas, les respondió: «Si de verdad queréis que sea yo vuestro rey, venid a refugiaros bajo mi sombra. De lo contrario, que salga fuego de mí y consuma todos los cedros del Líbano».
Pero si no es así, que salga de Abimélec un fuego que devore a la gente de Siquén y de Bet Milo, y que de estas dos ciudades salga un fuego que lo destruya a él.