15-16 suplicaron a Dios que los salvara, y él les envió a Ejud hijo de Guerá, que era zurdo y pertenecía a la tribu de Benjamín. Ejud era el encargado de llevar a Eglón los impuestos que los israelitas debían pagarle. Ejud hizo un puñal de doble filo, de unos cincuenta centímetros de largo, y como era zurdo se lo colocó al lado derecho, ocultándolo bajo sus ropas.
15 Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová les levantó un libertador, a Aod hijo de Gera, benjamita, el cual era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron con él un presente a Eglón rey de Moab.
15 Sin embargo, cuando el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda, el Señor nuevamente levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Aod, hijo de Gera, quien era un hombre zurdo, de la tribu de Benjamín. Los israelitas enviaron a Aod a entregar el dinero del tributo al rey Eglón, de Moab.
15 Los israelitas clamaron entonces a Yavé, y Yavé hizo que les surgiera un salvador, Ehud, hijo de Guera, un hombre de Benjamín que era zurdo. Los israelitas le encargaron que llevara el tributo a Eglón, rey de Moab.
15 Pero cuando los hijos de Israel clamaron a YHVH, YHVH les levantó un libertador: Aod ben Gera, benjaminita, hombre zurdo, por medio del cual los hijos de Israel enviaron un presente° a Eglón, rey de Moab.
15 Clamaron entonces los israelitas a Yahveh, y Yahveh les suscitó un libertador: Ehúd, hijo de Guerá, benjaminita, que era zurdo. Los israelitas enviaron por medio de él un presente a Eglón, rey de Moab.
Amasá no se dio cuenta de que en la otra mano Joab llevaba una espada que le clavó en el vientre y se le salieron los intestinos. No hizo falta que Joab lo rematara, pues Amasá murió al instante. Uno de los soldados de Joab se paró junto a Amasá y dijo: —Los que estén a favor de David y de Joab, ¡sigan a Joab! Pero todos los que pasaban se detenían a ver a Amasá, pues estaba tirado en la mitad del camino y bañado en su propia sangre. Entonces el soldado retiró a Amasá del camino y lo cubrió con un manto. Así ya nadie se detenía a mirarlo, y todos se fueron tras Joab y su hermano Abisay para perseguir a Sebá.
Joab la recogió y se acercó a saludar a Amasá. Con la mano derecha lo agarró de la barba, como si fuera a besarlo, y le preguntó: —Hermano, ¿cómo te va?
Todos ellos iban provistos de arcos y eran capaces de lanzar piedras y de disparar flechas con cualquiera de las dos manos. Esta es la lista de sus nombres: Entre los parientes de Saúl, de la tribu de Benjamín, estaban:
no le creáis. Haced las paces conmigo y rendíos. Entonces podréis comer las uvas de vuestra propia viña, los higos de vuestra higuera y beber el agua de vuestro pozo.
Entre estos soldados había setecientos soldados zurdos muy expertos en el manejo de la honda: podían lanzar una piedra contra un pelo y dar en el blanco.
Jabín tenía novecientos carros de hierro, y durante veinte años trató a los israelitas con crueldad y violencia, hasta que ellos suplicaron a Dios que los salvara.
Pero algunos desconfiados decían burlándose: —¿Y este es el que va a salvarnos? Y como pensaban que Saúl no servía para rey, no le hicieron ningún regalo. A pesar de ello, Saúl no dijo nada.