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Juan 8:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Ella le respondió: —Así es, Señor. Nadie me ha condenado Jesús le dijo: —Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más. ----------

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Ella contestó: 'Ninguno, señor. Y Jesús le dijo: 'Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Ella respondió: 'Nadie, Señor'. Díjole Jesús: 'Pues tampoco yo te condeno; vete, y desde ahora en adelante no peques más'.]

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Juan 8:11
27 Referans Kwoze  

Aunque reconozcas tu equivocación ante Dios y prometas no volver a pecar,


Quien no reconoce su pecado jamás prosperará, quien lo confiesa y se corrige alcanzará el perdón.


Este es el momento, israelitas, de que busquéis a Dios, de llamarlo ahora que está cerca.


¡De eso nada! Y si no cambiáis vuestra manera de vivir ni obedecéis a Dios, vosotros también moriréis.


¡De eso nada! Y si no cambiáis vuestra manera de vivir, también vosotros moriréis.


De la misma manera, los ángeles de Dios hacen fiesta cuando alguien se convierte a Dios.


¿Cómo no íbamos a hacer una fiesta y alegrarnos por el regreso de tu hermano? Es como si hubiera muerto y vuelto a vivir; como si se hubiera perdido y lo hubiéramos encontrado».


De la misma manera, hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierta a Dios, que por noventa y nueve personas buenas que no necesitan convertirse.


Yo no he venido a llamar a los que ya son buenos, sino a los pecadores para que se conviertan a Dios.


Después, se fueron a otro pueblo.


Jesús le respondió: —Mi reino no es como los reinos de este mundo. Si lo fuera, mis ayudantes habrían luchado para que yo no fuera entregado a los jefes de los judíos.


Porque Dios no me envió al mundo para condenarlo sino para salvarlo.


Más tarde, Jesús encontró al hombre en el Templo y le dijo: —Ahora que estás sano, no peques más, para que no te pase algo peor.


Vosotros juzgáis como los demás, yo, en cambio, no juzgo a nadie.


Dios es bueno, tiene mucha paciencia y soporta todo lo malo que hacéis. Pero no vayáis a pensar que lo que hacéis no tiene importancia; si Dios os trata con bondad es para que os arrepintáis de vuestra maldad.


A mí no me toca juzgar a los que no pertenecen a la comunidad cristiana. Ya Dios los juzgará. Pero vosotros sí podéis juzgar a los que pertenecen a la Iglesia, y hacer lo que dice la Escritura: «Echad lejos de vosotros al pecador».


En todas las ciudades que os dé vuestro Dios y en cada tribu, nombraréis jueces y autoridades que deberán tratar a todos por igual. No romperéis las leyes y os portaréis con imparcialidad sin aceptar sobornos de nadie, pues los sobornos hacen que incluso una persona sabia y recta se corrompa.


Allí hablaréis con los sacerdotes y con quien en ese momento sea el juez. Les explicaréis lo sucedido y ellos decidirán qué hacer con el culpable.


Recordad que nuestro Señor Jesucristo nos trata con paciencia, para que podamos salvarnos. Ya nuestro querido compañero Pablo os ha escrito acerca de esto con la sabiduría que Dios le ha dado.


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