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Juan 6:37 - Biblia Lenguaje Básico

37 Todos los que mi Padre ha elegido para que sean mis seguidores vendrán a buscarme, y yo no los rechazaré.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí,

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, de ningún modo° lo echo fuera,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que viene a mí no lo echaré fuera.

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Juan 6:37
30 Referans Kwoze  

Tú reconstruirás Jerusalén y así demostrarás tu poder.


¡Que tus soldados te juren lealtad sobre los montes de Dios en el día de la batalla! Cuando salga el sol, se renovarán tus fuerzas.


de las regiones más lejanas yo os llamé a mi servicio; os elegí, y no os he rechazado.


No causará más daño a los que estén heridos, ni acabará de matar a los que estén agonizando. Al contrario, fortalecerá a los débiles y hará que reine la justicia.


Arrepentíos, pues, y convertíos a Dios que es compasivo y está siempre dispuesto a perdonar. «Que abandonen los malvados sus proyectos y los criminales su mala conducta.


Vosotros vivís siempre angustiados; siempre preocupados. Venid a mí, y yo os daré descanso.


Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas, y harán cosas tan maravillosas que engañarán a la gente. Incluso, si pueden, engañarán a los que Dios ha elegido.


Padre celestial, dentro de poco ya no estaré en el mundo, pues voy a ti. Ellos, en cambio, que son mis seguidores van a permanecer en este mundo. Por eso te pido que protejas con tu poder a los que me diste para que se mantengan unidos, lo mismo que tú y yo estamos unidos.


Tú me diste autoridad sobre todos los que viven en el mundo, y también poder para dar vida eterna a todos los que me diste como mis seguidores.


Padre, quiero que estos seguidores que me has dado estén donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado, pues me has amado desde antes de que existiera el mundo.


A los seguidores que me diste sacándolos de entre la gente de este mundo les he mostrado quién eres. Ellos eran tuyos, tú me los diste y han obedecido todo lo que les ordenaste.


Y lo que quiere el que me ha enviado, es decir mi Padre, es que yo no pierda ninguno de los que me confió, sino que los resucite en el último día.


También les dijo que nadie puede creer en él si Dios, que es su Padre, no se lo concede.


Entonces le contestaron: —Ahora resulta que tú, siendo pecador desde que naciste, nos vas a enseñar. Y lo echaron fuera de la sinagoga.


La ley apareció para que el pecado se hiciera fuerte; pero si bien el pecado se hizo fuerte, la gracia de Dios lo superó.


Dios os ha dado el privilegio de confiar en Cristo y también de sufrir por él.


Porque lo que Dios nos ha enseñado es como la sólida base de un edificio, en donde está escrito lo siguiente: «El Señor sabe quiénes son suyos», y también: «Que todos los que adoran a Dios dejen de hacer el mal».


El Jefe de los sacerdotes que tenemos es Jesús y ha experimentado las mismas pruebas que nosotros, pero sin caer en el pecado; por eso puede compadecerse de nuestras debilidades.


Jesús puede salvar para siempre a los que, por medio de él, se acercan a Dios. Pues vive eternamente y siempre está pidiendo a Dios por ellos.


Estos enemigos de Cristo han salido de entre nosotros, pero en realidad no eran de nuestro grupo. Si hubieran sido de nuestro grupo, se habrían quedado con nosotros. Pero así ha quedado claro que no todos los que se reúnen con nosotros son de los nuestros.


El Espíritu de Dios y la esposa del Cordero dicen: —¡Ven! Y todos los que estén escuchando digan: —¡Ven! Y el que tenga sed y quiera agua, que venga y tome gratis del agua que da vida eterna.


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