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Juan 5:23 - Biblia Lenguaje Básico

23 para que todos me honren como le honran a él. Cuando alguien no me honra, tampoco honra a mi Padre, que me envió.

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Biblia Reina Valera 1960

23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 a fin de que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo ciertamente tampoco honra al Padre que lo envió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra° al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 a fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió.

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Juan 5:23
47 Referans Kwoze  

así evitaréis que se enfade, pues fácilmente se enfurece y podría quitaros la vida. ¡Felices los que en él confían!


Yo soy el Dios todopoderoso. Ese es mi nombre. No permito que otros dioses reciban la honra y la alabanza que solo yo merezco recibir.


Así dice Dios, el rey de Israel, el Dios todopoderoso que es su libertador: «Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro Dios.


Porque tú, Dios nuestro, eres un Dios misterioso, el Dios salvador de Israel.


Vayamos a juicio a ver si podéis responderme: ¿Quién anunció estas cosas mucho antes de que sucedieran? Fui yo, el único Dios, y no hay otro dios fuera de mí. Solo yo soy justo y salvador y fuera de mí no existe ningún otro.


¡Alégrate, ciudad de Jerusalén, salta de júbilo, monte de Sion! Porque tu rey viene hacia ti, montado sobre un burro, sobre un asno, hijo de asna. Es humilde, pero justo, y viene como vencedor.


Si preferís a vuestro padre o a vuestra madre antes que a mí, o si preferís a vuestros hijos o hijas antes que a mí, no merecéis ser mis discípulos.


Y dijo a los que estaban allí: —Mi Padre me ha dado todo y es el único que me conoce, porque soy su Hijo. Nadie me conoce a mí, que soy su Hijo, tan bien como mi Padre y nadie conoce a mi Padre a no ser yo, que soy su Hijo; y también le conocerán aquellos a quienes yo se lo comunique.


Y todos pondrán en él su esperanza».


«Este pueblo dice que me honra, pero en verdad nunca piensa en mí.


Id y haced discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Luego Jesús les dijo a sus discípulos: —Cualquiera que os escuche a vosotros, me escucha a mí y cualquiera que os rechace a vosotros, a mí me rechaza; y la persona que me rechaza, rechaza también a Dios, que fue quien me envió.


Jesús siguió diciendo a sus discípulos: —No estéis preocupados. Confiad en Dios y confiad también en mí.


Y también me honrará, pues lo que ha recibido de mí, será lo que os anuncie.


Todo lo que yo tengo es tuyo, y todo lo que tú tienes es mío. Y en ellos ha quedado mostrado mi poder.


Dios os ama y os ha elegido para que seáis parte de su pueblo. Le pido a Dios, nuestro Padre y a Jesucristo, el Señor, que os concedan su gracia y os den su paz.


Y también el profeta Isaías escribió: Un descendiente de Jesé se levantará con poder. Él gobernará a las naciones, y ellas pondrán su esperanza en él.


Sin embargo, vosotros ya no sois esclavos del pecado. Ahora sois servidores de Dios y el vivir solo para Dios os asegura que tendréis la vida eterna.


Pero, si el Espíritu de Dios vive en vosotros, ya no tenéis que seguir vuestros malos deseos, sino comportaros según el Espíritu de Dios. El que no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Cristo.


Siempre que comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo para honrar a Dios.


Si alguien no ama al Señor Jesucristo, que la maldición de Dios caiga sobre él. Por mi parte, esto es lo que pido: «¡Ven, Señor nuestro!».


Vuestro cuerpo es como un templo, en el que vive el Espíritu Santo que Dios os ha dado. No sois vuestros propios dueños.


En realidad, nos sentíamos como los condenados a muerte. Pero eso nos ayudó a confiar en Dios, que puede hacer que los muertos resuciten, y a no confiar en nosotros mismos.


El amor de Cristo domina nuestras vidas. Sabemos que él murió por todos y que, por lo tanto, todos hemos muerto.


Y espero que la gracia de Dios acompañe a cuantos aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor que dura para siempre.


Por eso mismo estoy sufriendo ahora. Pero no me avergüenzo de lo que me pasa, porque yo sé bien en quién he puesto mi confianza. Estoy seguro de que él tiene poder para hacer que la buena noticia se siga anunciando hasta que llegue el fin del mundo.


Y cuando Dios envió a su Hijo a este mundo, ordenó: «Que todos mis ángeles lo adoren».


Yo, Simón Pedro, estoy al servicio de Jesucristo, que me envió a anunciar su mensaje. Recibid mis saludos todos los que gracias a Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, habéis recibido una fe de tanto valor como la nuestra.


Que la gracia y el conocimiento que tenéis de nuestro Señor Jesucristo crezca cada vez más en vosotros. ¡A él le corresponde la gloria ahora y siempre! Amén.


Cualquiera que rechaza al Hijo, también rechaza al Padre. Y si alguien acepta al Hijo, también acepta al Padre.


Si no permanecéis fieles a lo que Cristo enseñó, Dios se apartará de vosotros. Pero si os mantenéis firmes en lo que Cristo enseñó, Dios Padre y el Hijo estarán siempre con vosotros.


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