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Juan 4:23 - Biblia Lenguaje Básico

23-24 Dios es espíritu, y los que lo adoran deben ser guiados por el Espíritu para que lo adoren como es debido. Se acerca el tiempo, mejor dicho, ya está aquí, en que los que rindan al Padre un culto verdadero, lo harán guiados por el Espíritu y la verdad, porque es así como el Padre quiere ser adorado.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Pero viene una hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque también el Padre tales adoradores quiere que lo adoren.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores darán culto al Padre en espíritu y en verdad; porque ésos son, precisamente, los adoradores que el Padre desea.

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Juan 4:23
39 Referans Kwoze  

Yo sé, Dios mío, que tú te das cuenta de nuestras intenciones y que te gusta que seamos sinceros. Por eso siento una gran alegría al comprobar que tanto yo como el pueblo hemos presentado nuestras ofrendas, de buena voluntad y con toda sinceridad.


lo que agrada a Dios es que sus fieles le respeten y confíen en su amor.


Oración de David. Dios mío, escucha mis ruegos, atiende mi justa petición pues yo no he mentido.


Felices a quienes tú no acusas porque no actúan con malicia.


A ti, y solo a ti, he ofendido; he hecho lo malo en tu propia cara. Tienes toda la razón al declararme culpable; nada tengo que alegar contra ti.


A Dios no le gustan las ofrendas de los malvados, pero recibe con agrado las oraciones de la gente buena.


Amada paloma mía, no te escondas en las rocas; muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz. ¡Tu voz es dulce! ¡Tu rostro es bello!».


Cuando llegue ese día, los pocos israelitas que se hayan salvado dejarán de confiar en Asiria y volverán a confiar en Dios, el Dios Santo de Israel.


Así dice Dios: Este pueblo dice que me ama, pero solo son palabras; me rinde culto, pero no es sincero; su corazón está muy lejos de mí.


el pueblo que yo mismo he creado para que me alabe.


Ellos me consultan todos los días y desean conocer mi voluntad, como si fueran gente de bien que no se aparta de mis leyes. Me piden leyes justas y quieren estar cerca de mí.


Para colmo de males, Judá quiso engañarme diciendo que se había arrepentido. Pero no era verdad. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Cuando juréis en mi nombre, hacedlo con sinceridad y honradez y así las naciones encontrarán bendición en ese nombre y podrán cantar mis alabanzas.


Yo he buscado entre ellos a alguien que los defienda; alguien que se ponga entre ellos y yo para protegerlos como si fuera una muralla; alguien que me ruegue por ellos para que no los destruya. Pero no he encontrado a nadie.


Él les dijo: —Ha llegado el momento de que todos sepan de verdad quién es el Hijo del hombre.


Seréis expulsados de las sinagogas y llegará el día en que cualquiera que os mate creerá que está dando culto a Dios.


Pronto, muy pronto, todos huiréis, cada uno por un lado, y me dejaréis solo. Aunque yo nunca estoy solo, porque el Padre está conmigo.


Jesús le contestó: —Créeme, mujer, pronto llegará el tiempo cuando nadie tendrá que venir a este monte ni ir a Jerusalén para adorar a Dios.


Os aseguro también que está llegando el momento, mejor dicho, ya ha llegado, en que los que han muerto oirán mi voz, la voz del Hijo de Dios, y quienes la oigan tendrán vida eterna.


No os sorprendáis de lo que os digo, porque va a llegar el momento en que los muertos oirán mi voz


Yo sirvo a Dios anunciando la buena noticia acerca de su Hijo, y lo hago de todo corazón. Dios es testigo de que pienso constantemente en vosotros,


Porque el Espíritu que Dios os ha dado no os esclaviza ni os hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!».


Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Es cierto que nosotros no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.


Ahora, como sois sus hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vivir en vosotros. Por eso, cuando oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarle: «Abba» que significa «Padre querido».


No os olvidéis de orar. Y siempre que oréis a Dios, dejad que os dirija el Espíritu Santo. Estad alerta y no os deis por vencidos. En vuestras oraciones, pedid siempre por todos los que forman parte del pueblo de Dios.


Los verdaderos circuncidados somos nosotros, los que guiados por el Espíritu adoramos a Dios y estamos orgullosos de pertenecer a Jesucristo en lugar de confiar en nosotros mismos. Si la salvación dependiera de la circuncisión, yo podría sentirme más orgulloso que cualquiera,


Luego Josué añadió: —Respetad a Dios, obedecedlo y sed fieles y sinceros con él. No adoréis a los dioses a quienes vuestros antepasados dieron culto en Mesopotamia y en Egipto; poneos al servicio únicamente de nuestro Dios.


Pero vosotros «sois miembros escogidos de la familia de Dios, sois sacerdotes y reyes, sois su pueblo. Para que anunciarais su grandeza», Dios mismo os sacó de la oscuridad del pecado y os hizo entrar en su luz maravillosa.


Bien sabéis todo lo bueno que Dios ha hecho por vosotros. Por eso, obedecedlo y servidlo siempre de buena gana.


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