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Juan 4:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 Jesús le respondió: —Si conocieras lo que Dios quiere darte y supieras quién soy yo, el que te pide de beber, tú me pedirías agua a mí, y yo te daría el agua que da vida.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Jesús contestó: —Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Jesús le dijo: 'Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Respondió Jesús, y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías, y Él te daría agua viva.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Jesús le respondió: 'Si conocieras el don de Dios: quién es el que te dice 'dame de beber', serías tú la que le habrías pedido y él te habría dado agua viva'.

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Juan 4:10
49 Referans Kwoze  

Eres la fuente de los jardines, el manantial de agua viva que baja del monte Líbano.


En cuanto a vosotros, sacaréis agua con gozo de las fuentes de la salvación.


los que no pueden andar saltarán como ciervos, y los que no pueden hablar gritarán de alegría. En medio del árido desierto brotará agua en abundancia.


Yo soy el Dios único; yo te llamé y te tomé de la mano para que hagas justicia, para que seas ante mi pueblo señal de mi pacto con ellos, para que seas ante las naciones la luz que las ilumine.


Chacales y avestruces, y todos los animales salvajes me rendirán homenaje. Haré brotar agua en el desierto para dar de beber a mi pueblo elegido,


Yo haré que corra agua en el desierto y que broten arroyos en tierras secas. A tus descendientes les daré mi espíritu y derramaré sobre ellos mi bendición.


No pasaréis hambre ni sed, ni os molestará el sol ni el calor, porque yo os amo y os guío, y os llevaré a fuentes de agua.


Él se sentará en el trono de David, y reinará sobre todo el mundo y por siempre habrá paz. Su reino será invencible, y para siempre reinarán la justicia y el derecho. Esto lo hará el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene.


Vosotros, pueblo mío, habéis cometido dos pecados: me abandonasteis a mí, que soy una fuente de agua viva, y os hicisteis vuestros propios estanques, que no retienen el agua. Yo era vuestro guía, pero vosotros me rechazasteis. ¿Qué ganáis, israelitas, con confiar en el poder de Egipto o en el poder de Asiria? ¡Vosotros sois libres y no habéis nacido esclavos! ¿Por qué ahora os dejáis tratar así? Los soldados de Menfis y Tafnes han acabado con vuestros gobernantes. Lanzan rugidos, como leones, y destruyen el país; han quemado las ciudades y ya nadie vive en ellas.


Por lo tanto, ciudad infiel, presta atención a lo que voy a decirte: Como no te dio vergüenza adorar descaradamente a los ídolos de otras naciones, y como les ofreciste la sangre de tus hijos,


Ese día —así os lo aseguro yo, el Dios todopoderoso— haré que brote un manantial donde los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén puedan lavar sus pecados y purificarse de sus impurezas.


Entonces de Jerusalén saldrá un río que nunca se secará. Sus aguas correrán en época de lluvia y en época de sequía; la mitad de sus aguas se vaciará en el mar Muerto, y la otra mitad en el mar Mediterráneo.


Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, con mayor razón Dios, vuestro Padre que está en el cielo, dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan.


Y esto lo harán porque no me han conocido a mí, ni han conocido a mi Padre.


Y esta vida eterna consiste en que te conozcan a ti que eres el único Dios verdadero, y a mí, que soy el Mesías que tú enviaste al mundo.


Dios amó tanto al mundo, que entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna.


pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna.


Jesús les dijo: —Yo soy ese pan que da vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí, no volverá a tener sed.


Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo para que quien coma de él viva para siempre. Y el pan que yo voy a dar es mi propio cuerpo entregado para que el mundo tenga vida eterna.


—Levántate y ve a la calle Recta. En la casa de Judas, busca a un hombre de la ciudad de Tarso. Se llama Saulo, y está orando allí.


Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros; así que también nos dará junto con él todas las cosas.


Dios os ha unido a Cristo Jesús, y gracias a esa unión ha hecho que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra salvación, nuestra liberación y nuestra santificación.


Cristo los acompañaba y era la roca espiritual de donde brotó agua para calmar su sed. De esa agua espiritual bebieron todos.


¡Gracias a Dios por lo que nos ha dado! ¡Es tan valioso que no hay palabras para describirlo!


Habéis sido salvados gratuitamente por haber creído en Dios. Ninguno de vosotros se ganó la salvación, sino que Dios os la regaló.


Pero los que han dejado de creer en Cristo ya no pueden volver a ser amigos de Dios, aunque alguna vez hayan creído que el mensaje de Dios es la verdad, y con gusto lo hayan recibido como un regalo. Si dejan de creer en Cristo, lo que habrán hecho será volver a clavarle en la cruz y hacer que todo el mundo se burle de él. No importa que hayan recibido el Espíritu Santo junto con los demás, ni que hayan sabido lo bueno que es el mensaje de Dios, ni lo poderoso que Dios será en el nuevo mundo; si dejan de creer en Cristo ya no podrán renovarse y volver a él.


Y también sabemos que el Hijo de Dios ha venido y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero. Nosotros vivimos unidos a su Hijo Jesucristo que es el Dios verdadero y la vida eterna.


Después me dijo: —¡Ya todo está hecho! Yo soy el principio y el fin. Al que tenga sed, le daré de beber gratis del agua de la fuente que da vida eterna.


El Espíritu de Dios y la esposa del Cordero dicen: —¡Ven! Y todos los que estén escuchando digan: —¡Ven! Y el que tenga sed y quiera agua, que venga y tome gratis del agua que da vida eterna.


Dios secará todas sus lágrimas y los cuidará el Cordero que está en medio del trono, los conducirá como un pastor a pastos abundantes y los llevará a manantiales de agua que da vida.


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