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Juan 16:33 - Biblia Lenguaje Básico

33 Os digo estas cosas para que estéis unidos a mí y así seáis felices de verdad. En este mundo tendréis que sufrir, pero tened valor porque yo he vencido a los poderes de este mundo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 Os he dicho esto, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación; pero tened buen ánimo: yo he vencido al mundo'.

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Juan 16:33
46 Referans Kwoze  

Son miles los carros que Dios usa para la guerra; en ellos llega desde el Sinaí para entrar en su santuario.


Allí, algunas personas le llevaron a un hombre acostado en una camilla porque no podía caminar. Cuando Jesús vio que estas personas tenían fe en él, dijo al paralítico: —¡Ánimo, hijo! Te perdono tus pecados.


Decían: ¡Bendito el rey que viene de parte de Dios! ¡Que haya paz en el cielo y que todos reconozcan el poder de Dios!


—¡Gloria a Dios en el cielo, y paz en la tierra para todos los que Dios ama!


Ahora es cuando la gente de este mundo va a ser juzgada; y el que manda en este mundo, que es el diablo, será echado fuera.


Jesús siguió diciendo a sus discípulos: —No estéis preocupados. Confiad en Dios y confiad también en mí.


Os doy la paz. Pero no es una paz como la que se desea en el mundo. No viváis con angustia ni tengáis miedo.


Allí dieron ánimos a los que habían creído en Jesús y les recomendaron que siguieran firmes en la fe. Les decían: —Debemos sufrir mucho antes de entrar en el reino de Dios.


A la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: —Anímate, porque así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, también lo darás en Roma.


Pero no os preocupéis, porque ninguno de vosotros va a morir. Solo se perderá el barco.


Así que tened confianza pues estoy convencido de que todo sucederá como me ha dicho Dios.


Entre tanto la Iglesia vivía en paz en toda la región de Judea, Galilea y Samaría, e iba consolidándose y caminando al servicio del Señor. Y con la ayuda del Espíritu Santo cada vez se unían más y más personas al grupo de seguidores del Señor Jesús.


¡Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso que siempre nos ayuda.


Eso es todo, queridos hermanos. Me despido de vosotros deseando que estéis alegres. Tratad de ser mejores. Hacedme caso. Poneos de acuerdo unos con otros y vivid tranquilos. Y Dios, que nos ama y nos da paz, estará con vosotros.


Doy gracias a Dios porque nos hace participar del triunfo de Cristo, y porque nos permite anunciar por todas partes su mensaje para que así todos lo reconozcan. Anunciar la buena noticia es como ir dejando por todas partes el suave aroma de un perfume. Y nosotros somos ese suave aroma que Cristo ofrece a Dios. Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo. Por el contrario, para los que no creen somos como un olor mortal. ¿Quién será capaz de cumplir con la tarea que Dios nos ha dejado?


Cuando Dios nos confió la buena noticia, puso un tesoro en una frágil vasija de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia, la gente sabe que el extraordinario valor de ese mensaje viene de Dios y no de nosotros.


En todo lo que hacemos, demostramos que somos servidores de Dios, y todo lo soportamos con paciencia. Hemos pasado muchas necesidades y tenido muchos sufrimientos y problemas;


Me siento orgulloso de vosotros y tengo tanta confianza en vosotros que estoy muy contento, a pesar de todas las dificultades por las que hemos tenido que pasar.


Jesucristo entregó su vida para que Dios perdonara nuestros pecados y nos librara de este mundo malvado. ¡Así lo ha dispuesto Dios, nuestro Padre,


Yo, en cambio, solo me sentiré orgulloso de haber creído en la muerte en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Gracias a esa muerte, ya no me importa lo que este mundo piense de mí; es como si el mundo hubiera muerto para mí en la cruz y yo hubiera muerto para el mundo.


Así Dios os dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento por medio de Cristo Jesús.


haciendo que, a través de Jesucristo, todo el universo esté en paz con él, tanto las cosas de la tierra como las del cielo. Y esto lo hizo posible por medio de la sangre que Cristo derramó en la cruz.


Además, cuando estuvimos con vosotros, ya os advertimos que tendríamos dificultades. Y así ha sucedido.


Hermanos, a pesar de todos nuestros problemas y sufrimientos, nos alegra saber que seguís creyendo en el Señor Jesús.


Que el Señor de la paz os dé paz en todo lugar y en todo tiempo y os acompañe siempre.


Bien sabemos que todos los que quieran vivir siguiendo la doctrina de Jesucristo sufrirán persecuciones.


No quiso disfrutar de los placeres pasajeros del pecado y prefirió que los egipcios lo maltrataran, como lo hacían con el pueblo de Dios.


Entonces Abrahán le dio a Melquisedec la décima parte de todo lo que había ganado en la batalla. El nombre de Melquisedec significa «rey justo», pero también se le llama Rey de Salem, que significa «rey de paz».


Resistid los ataques del diablo: estad firmes en la fe. Ya sabéis que en todo el mundo otros seguidores de Cristo, hermanos vuestros, están sufriendo como vosotros.


Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que existe desde el principio. A vosotros, los jóvenes, os escribo también porque habéis sido valientes, habéis derrotado al diablo y permanecéis fieles al mensaje de Dios. Os he escrito a todos vosotros porque habéis conocido al Padre.


Hijos míos, vosotros sois de Dios y habéis vencido a esos falsos profetas, pues él permanece unido a vosotros y es más poderoso que su Enemigo.


En realidad, todo el que es hijo de Dios vence al mal que hay en el mundo, porque es nuestra fe la que sale victoriosa sobre el mundo.


Han sido nuestros hermanos quienes lo han vencido por medio de la muerte del Cordero y del testimonio que han dado, llegando incluso a dar sus vidas sin temor.


A los que salgan vencedores haré que reinen conmigo, igual que yo he vencido y ahora reino con mi Padre.


Yo le respondí: —Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: —Son los que han pasado por un tiempo de gran sufrimiento que hubo en la tierra. Son aquellos a quienes se les han perdonado los pecados por medio de la muerte del Cordero.


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