9 Jesús le contestó: —Felipe, ya hace mucho tiempo que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, también ha visto al Padre. ¿Por qué me dices «Muéstranos al Padre»?
9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
9 Jesús respondió: —Felipe, ¿he estado con ustedes todo este tiempo, y todavía no sabes quién soy? ¡Los que me han visto a mí han visto al Padre! Entonces, ¿cómo me pides que les muestre al Padre?
9 Jesús le respondió: 'Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre?'
9 Jesús le dice: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y no me has conocido Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre?
9 Jesús le contesta: 'Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: 'Muéstranos al Padre'?
Entonces mandó que lo llamaran y le echó en cara: —¡Está claro que Rebeca no es tu hermana, sino tu mujer! ¿Por qué nos has hecho esto? ¡Si alguno de mis hombres hubiera tenido relaciones sexuales con ella, tú habrías hecho que todos nosotros fuéramos culpables! Isaac se disculpó diciendo: —Es que tuve miedo de que me matarais para quedaros con ella.
Cómo os atrevéis a decir que no habéis pecado ni habéis adorado a otros dioses? ¡Mirad cómo os habéis portado en el valle de Ben Hinón! Reconoced lo que habéis hecho pues sois como una burra en celo que, cuando anda en busca del macho, se pone a olfatear el viento, sin que nadie la pueda frenar. Si el macho la busca, fácilmente la encuentra.
Jesús les dijo: —¿Por qué no creéis en Dios? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros? ¡Traedme aquí al muchacho!
¿A quién tratáis de engañar? Os basta con mirar el aspecto del cielo y de la tierra para saber si el tiempo será bueno o malo. ¡Sin embargo veis las cosas que yo hago y no os dais cuenta de que son señales de Dios!
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único del Padre, que le ha llenado de gracia y de verdad.
Entonces le preguntaron: —¿Dónde está tu padre? Jesús les respondió: —Si me conocierais a mí, conoceríais a mi Padre. Pero como no me conocéis, tampoco a él lo conocéis.
La buena noticia que anunciamos es que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos. Pero entonces, ¿cómo es que algunos andan diciendo que los muertos no resucitan?
El Hijo de Dios nos muestra el poder y la grandeza de su Padre. El Hijo de Dios es igual en todo a su Padre y mediante su palabra poderosa hace que el universo siga existiendo. El Hijo de Dios logró que Dios perdonara nuestros pecados y después subió al cielo para sentarse a la derecha del trono de su Padre.
Y también sabemos que el Hijo de Dios ha venido y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero. Nosotros vivimos unidos a su Hijo Jesucristo que es el Dios verdadero y la vida eterna.