—Habitantes de Corazín, ¡qué mal vais a acabar! ¡Y también los que vivís en Betsaida! Si los milagros ocurridos entre vosotros se hubieran hecho en las ciudades de Tiro y de Sidón, hace tiempo que los que viven allí habrían cambiado su manera de vivir. Se habrían vestido con ropas ásperas y se habrían echado ceniza en la cabeza para mostrar su arrepentimiento.
Porque mi Padre quiere que cuantos me vean a mí, que soy su Hijo, y crean en mí, tengan vida eterna; yo, entonces, los resucitaré cuando llegue el fin del mundo.