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Juan 1:14 - Biblia Lenguaje Básico

14 Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único del Padre, que le ha llenado de gracia y de verdad.

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Biblia Reina Valera 1960

14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único; en él todo era don amoroso y verdad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Y el Logos se hizo carne, y tabernaculizó° entre nosotros, y contemplamos su gloria (gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad.

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Juan 1:14
60 Referans Kwoze  

Voy a dar a conocer esto que Dios me ha dicho: «Tú eres mi hijo; desde hoy soy tu padre.


Me nace del corazón un hermoso canto. Voy a dedicar un poema al rey, ¡espero tener la inspiración de un poeta!


Dejemos de hacer locuras y escuchemos a Dios que promete la paz a su pueblo y a todos los que le son fieles.


Entonces Dios mostrará su poder y lo verá la humanidad entera. Dios así lo ha dicho.


Creció el Siervo como tallo tierno en tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo ni deseable.


Dios mismo os va a dar una señal: La joven está embarazada, y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel, es decir, «Dios con nosotros».


José, el marido de María, la madre de Jesús, conocido como el Mesías.


¡Vuestro Salvador acaba de nacer en Belén, la ciudad de David! ¡Es el Mesías, el Señor!


su primer hijo. Como no encontraron un lugar apropiado para pasar la noche, tuvieron que quedarse en un establo. Cuando el niño nació, María lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.


Pedro y los otros dos discípulos tenían mucho sueño, pero se mantuvieron despiertos y vieron a Jesús rodeado de su gloria; Moisés y Elías estaban con él.


Antes de que todo comenzara ya existía aquel que es la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y era Dios.


Jesús le contestó: —¿No te dije que si crees en mí verás el poder de Dios?


Jesús le respondió: —Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí.


Jesús le contestó: —Felipe, ya hace mucho tiempo que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, también ha visto al Padre. ¿Por qué me dices «Muéstranos al Padre»?


Yo he dado a mis seguidores el mismo poder que tú me diste, con el propósito de que se mantengan unidos lo mismo que tú y yo estamos unidos.


Padre, quiero que estos seguidores que me has dado estén donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado, pues me has amado desde antes de que existiera el mundo.


—Entonces ¿eres verdaderamente rey? —insistió Pilato. Y Jesús le contestó: —Efectivamente, soy rey, como tú dices. Yo he nacido y he venido al mundo para ser testigo de la verdad. Y todos los que conocen y dicen la verdad me escuchan.


Jesús hizo este primer milagro en Caná de Galilea. Así empezó a mostrar el gran poder que tenía, y sus discípulos creyeron en él.


Dios amó tanto al mundo, que entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna.


El que cree en mí, que soy el Hijo de Dios, no será condenado por Dios. Pero el que no cree ya ha sido condenado, precisamente por no haber creído en el Hijo único de Dios.


Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo para que quien coma de él viva para siempre. Y el pan que yo voy a dar es mi propio cuerpo entregado para que el mundo tenga vida eterna.


y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.


Dios ha cumplido su promesa, pues resucitó a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi hijo; desde hoy yo soy tu padre.


Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.


A ellos pertenecen los antiguos patriarcas y también, en cuanto hombre, Cristo, el Mesías, que es Dios, gobierna todas las cosas y ha de ser alabado por siempre. Amén.


El primer ser humano fue hecho del polvo de la tierra. El segundo vino del cielo.


pero Dios me ha contestado: «Mi gracia es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad». Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí.


Pero, cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos.


Dios, en efecto, ha querido que resida en Cristo todo el poder,


y es que todas las riquezas de la sabiduría y del conocimiento se encuentran escondidas en Cristo.


Cristo, que se ha hecho hombre, es completamente igual a Dios


No hay duda de que es muy profunda la verdad de la religión cristiana: Cristo vino al mundo como hombre, el Espíritu lo declaró inocente, los ángeles lo vieron. Su mensaje se anunció entre las naciones y el mundo creyó en él. Dios lo recibió en su gloria.


El Hijo de Dios nos muestra el poder y la grandeza de su Padre. El Hijo de Dios es igual en todo a su Padre y mediante su palabra poderosa hace que el universo siga existiendo. El Hijo de Dios logró que Dios perdonara nuestros pecados y después subió al cielo para sentarse a la derecha del trono de su Padre.


Porque nunca Dios dijo a ningún ángel: «Tú eres mi Hijo; desde hoy soy tu padre». Tampoco dijo de ningún ángel: «Yo seré para él como un padre, y él será para mí como un hijo».


Por eso, cuando Cristo vino a este mundo, exclamó: «Tú, oh Dios, no pides sacrificios a cambio de tu perdón; sino que me has dado un cuerpo.


Todos, el que santifica y los santificados proceden de un mismo padre. Y como Jesús es Hijo de Dios, no se avergüenza de tratarlos como hermanos,


Igualmente Cristo no llegó a ser Jefe de Sacerdotes porque así lo quiso, sino que fue Dios quien le dio ese honor cuando le dijo: «Tú eres mi Hijo; desde hoy soy tu padre».


Nosotros mismos lo hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para salvar al mundo.


Dios nos dio muestras de su amor al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de él todos nosotros tengamos vida eterna.


En el mundo hay muchos que engañan a la gente diciendo que Jesucristo no vino al mundo como un hombre de verdad, de carne y hueso. Eso lo dice el Enemigo de Cristo, que es un mentiroso.


Estaba vestido con ropa empapada de sangre y su nombre era: «La Palabra de Dios».


Y oí una fuerte voz que salía del trono y decía: —Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos y ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos.


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