25 Allí Josué le dijo: —¿Por qué nos has causado tanto mal? Ahora Dios te va a causar mal a ti. Los israelitas mataron a pedradas a Acán y a su familia. Luego prendieron fuego a todo
25 Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.
25 Luego Josué le dijo a Acán: «¿Por qué nos has traído esta desgracia? Ahora el Señor te traerá desgracia a ti». Entonces todos los israelitas apedrearon a Acán y a su familia, y quemaron los cuerpos.
25 Entonces Josué le dijo: '¿Por qué atrajiste la desgracia sobre nosotros? Que Yavé, hoy día, te traspase a ti la desgracia'. Y todo Israel lo apedreó. Los quemaron en la hoguera y los apedrearon.
25 Y dijo Josué: ¡Cuánto nos has perturbado! ¡Pertúrbete hoy YHVH! Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron en la hoguera después de haberlos lapidado con piedras.
25 Y dijo Josué: '¿Por qué nos has acarreado la desgracia? ¡Qué Yahveh te haga sufrir la misma desgracia!'. Y todo Israel lo apedreó; los quemaron, pues, y los lapidaron.
No agradó a Jacob el comportamiento de sus hijos Simeón y Leví, y les dijo: —Con lo que habéis hecho, me habéis traído muchos problemas. Ahora los cananeos y los fereceos que habitan en esta tierra no van a querer ni verme. Nosotros somos pocos, y si la gente de esta tierra se une contra nosotros, acabarán por matarnos a todos.
Unos tres meses más tarde, alguien fue a decir a Judá: —No hay duda de que tu nuera Tamar ha tenido relaciones sexuales con alguien, pues resulta que está embarazada. Entonces Judá exclamó: —¡Echadla fuera, y quemadla viva!
Si alguien toma a la vez como esposas a la madre y a la hija, comete un acto aborrecible; los tres serán condenados a morir quemados para que nadie entre vosotros vuelva a hacer lo mismo.
que diera a los israelitas las siguientes instrucciones: —Si algún israelita o inmigrante que viva en el país presenta sus hijos como ofrenda al dios Moloc, me ofende gravemente y tendrá que enfrentarse conmigo, pues no ha respetado mi santuario ni mi nombre. Será condenado a muerte, la comunidad lo matará a pedradas y yo lo eliminaré de mi pueblo.
—Como este hombre me ha maldecido, debes sacarlo del campamento para que todos los que oyeron cómo me ofendió pongan las manos sobre su cabeza y lo maten a pedradas.
Dicho esto, todos los que vivan en esa ciudad matarán a pedradas a ese hijo rebelde. Así haréis que desaparezca el mal en Israel, y todos, al enterarse, tratarán de no hacer lo mismo.
No dejéis que nadie se aleje de la gracia de Dios. Tampoco permitáis que nadie cause problemas en el grupo, porque sería como una planta venenosa que os haría mucho daño.
Y el que yo señale por sorteo será el que tiene lo que se debía destruir. Quemadlo vivo, junto con su familia y todo lo que posee, por no haber cumplido con el pacto hecho con nuestro Dios. Lo que ha hecho es una vergüenza para Israel».