Estáis a punto de entrar en la tierra que Dios prometió dar a vuestros antepasados. ¡Es una tierra que mana leche y miel, en la que siempre hay abundancia de alimentos! Cuando crucéis el río Jordán y entréis en ese territorio, deberéis ir de inmediato al monte Ébal, y colocar allí unas piedras grandes y pintadas de blanco. En esas piedras escribiréis todos los mandamientos que hoy os he dado. En ese mismo monte quiero que construyáis un altar de piedra, para quemar sobre él ofrendas en honor de vuestro Dios. Pero utilizad las piedras tal como las encontréis, sin labrarlas con instrumentos de hierro. Luego ofreceréis sobre el altar sacrificios para pedir paz y bienestar; comeréis allí de los animales de esos sacrificios y celebraréis fiesta en honor de vuestro Dios.