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Josué 3:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 —Dios nos ha prometido que, a medida que avancemos, él irá desalojando a todos los habitantes de Canaán.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y añadió Josué: En esto conoceréis que el Dios viviente está en medio de vosotros, y que él echará de delante de vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Hoy sabrán que el Dios viviente está entre ustedes. Sin lugar a dudas, él expulsará a los cananeos, a los hititas, a los heveos, a los ferezeos, a los gergeseos, a los amorreos y a los jebuseos de delante de ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Ustedes van a tener aquí la prueba de que el Dios vivo está en medio de ustedes y que por ustedes despojará a los cananeos, a los hititas, los jeveos, los fereceos, los guirgaceos, los amoreos y los jebuseos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y dijo Josué: En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros. Él ciertamente hará que el cananeo, el heteo, el heveo, el ferezeo, el gergeseo, el amorreo y el jebuseo sean desposeídos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Y añadió: 'En esto reconoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que arrojará de delante de vosotros a los cananeos, los hititas, los jiveos, los perizeos, los guirgaseos, los amorreos y los jebuseos.

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Josué 3:10
37 Referans Kwoze  

los amorreos, los cananeos, los guirgaseos y los jebuseos.


Miqueas dijo: —Si tú regresas sano y salvo significará que Dios no ha hablado por medio de mí. Después, dirigiéndose a todos, agregó: —¡Tened en cuenta lo que he dicho!


Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib ha lanzado en contra del Dios de Israel, y que lo castigue por ello. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.


Estos son los pueblos que descienden de Canaán: los jebuseos, los amorreos, los guirgaseos, los jivitas, los arquitas, los sinitas, los arvaditas, los semaritas y los jamatitas.


Así como un ciervo sediento busca el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti.


Los pueblos que no te conocen han caído en su propia trampa; han quedado atrapados en la red que ellos tendieron.


A ese lugar le puso por nombre Masá, que significa «prueba», porque allí los israelitas pusieron a prueba a Dios. Y también lo llamó Meribá, que significa «queja», porque allí los israelitas se quejaron contra Dios diciendo: —¿Está o no está Dios con nosotros?


Por eso he venido a librarlos del poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y fértil que mana leche y miel. Es Canaán, país donde viven pueblos que no me conocen.


Enviaré a mi ángel delante de ti y él expulsará de allí a todos los pueblos que habitan esa tierra.


Dios mismo os va a dar una señal: La joven está embarazada, y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel, es decir, «Dios con nosotros».


Pero tú, nuestro Dios, eres el Dios verdadero; ¡Tú nos das vida y reinas por siempre! Cuando te enfadas, tiembla la tierra; ¡no hay nación que resista tu furia!


En el desierto viven los amalecitas; en las montañas viven los hititas, los jebuseos y los amorreos; en cuanto a la costa marítima y a la ribera del Jordán, están ocupadas por los cananeos.


Pedro contestó: —Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios que vive y da vida.


Nosotros hemos creído en ti y sabemos que tú eres el Hijo de Dios.


Entonces yo me llenaré de ira contra ellos y los dejaré solos; en vez de cuidarlos, les enviaré muchos castigos y sufrimientos. Y tendrán que admitir que todos esos males han caído sobre ellos porque yo no estoy ya en medio de ellos.


Todo el mundo sabe que no es posible escuchar la voz de Dios, como la hemos oído nosotros, y seguir con vida.


Moisés continuó diciendo: —Vuestro Dios os hará entrar en la tierra que os va a dar. Arrojará de allí a siete naciones más grandes y poderosas que vosotros: los hititas, los guirgaseos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos.


Así que no seáis cobardes. Vuestro Dios os acompaña, y ante su poder todos tiemblan de miedo.


Porque todos hablan de lo bien que nos recibisteis, y cuentan cómo dejasteis de adorar ídolos para adorar y servir al Dios vivo y verdadero.


¡Qué terrible debe ser que el Dios de la vida tenga que castigarnos!


El mismo mensaje envió a los cananeos de ambos lados del Jordán, a los amorreos, a los hititas, a los fereceos, a los jebuseos de las montañas, y a los jeveos que vivían al pie del monte Hermón, en la región de Mispá.


Este territorio incluía la zona montañosa, las colinas del oeste, el valle del Jordán, las colinas del este y el desierto del sur. Un territorio que antes había pertenecido a los hititas, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos.


Dios cumplió con todas las promesas que había hecho a los israelitas; no dejó de cumplir ninguna de ellas.


Entonces Finés les dijo: —Ahora entendemos que vosotros no pretendíais rebelaros. Dios está con nosotros y no va a castigar a los israelitas.


Luego cruzasteis el río Jordán y llegasteis hasta Jericó. Los habitantes de Jericó y todos los pueblos de Canaán lucharon contra vosotros, pero yo hice que vosotros los vencierais.


Entonces Josué pidió al pueblo que se acercara y le dijo:


Los reyes de los pueblos de Canaán se enteraron de que los israelitas habían derrotado a sus enemigos.


David preguntó a los que estaban junto a él: —¿Qué habéis dicho que dará el rey a quien mate a ese filisteo y devuelva la honra a Israel? Porque ¿es acaso alguien ese filisteo para desafiar a los ejércitos de Dios?


David se dirigió entonces a Ajimélec, el hitita, y a Abisay, que era hijo de Seruyá, y les dijo: —¿Quién me quiere acompañar al campamento de Saúl? —Yo te acompaño —le contestó Abisay.


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