13 De lo contrario, Dios no expulsará a esas naciones de entre vosotros, sino que serán como una red o una trampa que os hará caer. Dios los usará como un látigo sobre vuestras espaldas, y como espinas en vuestros ojos, hasta que no quede ninguno de vosotros en esta tierra buena que vuestro Dios os ha dado.
13 sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante de vosotros, sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros costados y por espinas para vuestros ojos, hasta que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado.
13 entonces tengan por seguro que el Señor su Dios ya no expulsará a esos pueblos de su tierra. En cambio, ellos serán como una red y una trampa para ustedes, como un látigo en la espalda y como zarzas con espinas en los ojos, y ustedes desaparecerán de la buena tierra que el Señor su Dios les ha dado.
13 sépanlo bien: Yavé su Dios no continuará despojándolos ante ustedes. Pero ellos serán para ustedes como un lazo y como una trampa, como un látigo en su espalda y espinas en sus ojos, hasta que ustedes hayan desaparecido de esta buena tierra que Yavé su Dios les dio.
13 sabed certísimamente que YHVH vuestro Dios no volverá más a desposeer a estas naciones de delante de vosotros, sino que os serán por lazo y por trampa, y como azotes en vuestros costados y espinas en vuestros ojos, hasta que perezcáis en esta buena tierra que YHVH vuestro Dios os ha dado.
13 tened por seguro que Yahveh, vuestro Dios, no seguirá arrojando a esos pueblos de delante de vosotros, sino que os servirán de red y lazo, de látigo sobre vuestras espaldas y de espinas en vuestros ojos, hasta que desaparezcáis de esta buena tierra, que Yahveh, vuestro Dios, os ha dado.
Cuando Salomón llegó a viejo, esas mujeres lo apartaron de Dios y lo hicieron adorar a otros dioses. Salomón adoró a la diosa de los sidonios llamada Astarté, y en la montaña que hay frente a Jerusalén construyó un santuario en honor de Quemós, que era el dios de Moab, y en honor de Milcón, que era el dios de los amonitas. También edificó lugares para que sus mujeres ofrecieran sacrificios de animales a sus dioses y quemaran incienso. Salomón, pues, no obedeció a Dios y no se comportó con él tan fielmente como lo había hecho David, su padre.
Dios estaba tan enfurecido con los israelitas que los abandonó y dejó que se los llevaran prisioneros. Los únicos israelitas que Dios no entregó como prisioneros fueron los de Judá.
Entonces toda la gente, desde el más joven hasta el más viejo, y todos los oficiales del ejército huyeron a Egipto, pues tenían miedo de los babilonios.
los consejeros egipcios dijeron al faraón: —¿Hasta cuándo vamos a soportar a este hombre? ¡Solo nos ha traído problemas! Deja que se vaya con su pueblo a adorar a su Dios. ¿No te das cuenta de que todo Egipto está en la ruina?
No toméis a sus hijas como esposas para vuestros hijos no sea que ellas, al adorar a sus falsos dioses, hagan que vuestros hijos adoren también a esos mismos falsos dioses.
Pero si vosotros no expulsáis de la región a los que ahora viven en ella, los que dejéis allí serán para vosotros como astilla en nuestros ojos y como espinas en vuestro cuerpo.
A unos los matarán con espada y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será conquistada y humillada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente será destruida.
Hay cosas que Dios mantiene en secreto, y que solo él conoce, pero a nosotros nos ha dado todos estos mandamientos, para que nosotros y nuestros descendientes los obedezcamos siempre.
El cielo y la tierra son testigos de que, si no obedecéis, no viviréis mucho tiempo en esa tierra que vais a tomar en posesión después de cruzar el río Jordán; al contrario seréis muy pronto aniquilados.
Dios hará que conquistéis muchos pueblos. Pero recordad que no debéis tenerles compasión; al contrario, destruidlos antes de que os lleven a adorar a sus dioses, lo que sería vuestra perdición.