6 El que buscó refugio será juzgado públicamente y permanecerá en esa ciudad hasta que haya fallecido el que en ese momento sea el jefe de los sacerdotes. Solo entonces el refugiado podrá volver a su propia casa en la ciudad de donde tuvo que huir.
6 Y quedará en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio delante de la congregación, y hasta la muerte del que fuere sumo sacerdote en aquel tiempo; entonces el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa y a la ciudad de donde huyó.
6 Pero tendrá que quedarse en esa ciudad y ser juzgado por la asamblea local, la cual dará el veredicto. Y seguirá viviendo allí hasta que muera el sumo sacerdote que estaba ejerciendo su cargo cuando ocurrió el accidente. Solo entonces será libre para regresar a su hogar en la ciudad de donde huyó».
6 El que mató se quedará en la ciudad hasta que comparezca ante la comunidad para ser juzgado y hasta que haya muerto el Sumo Sacerdote que se encuentre en funciones esos días. Entonces el que haya matado podrá regresar a su casa en la ciudad de donde huyó'.
6 Y deberá permanecer en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio ante la comunidad, hasta la muerte del que sea sumo sacerdote en aquellos días. Entonces el homicida podrá regresar e ir a su ciudad y a su casa, a la ciudad de donde había huido.
6 El homicida residirá en aquella ciudad hasta que comparezca en juicio ante la asamblea, hasta la muerte del sumo sacerdote que a la sazón esté en funciones. Entonces, el homicida podrá volver a su ciudad y a su casa, a la ciudad de la que huyó.
Si Cristo hubiera tenido que hacer lo mismo, debería haber muerto muchas veces desde que Dios creó el mundo. Pero lo cierto es que ahora, cuando ya se acerca el fin, Cristo se ha manifestado de una vez y para siempre. Lo ha hecho así para ofrecerse como sacrificio por el cual Dios nos perdona nuestros pecados.