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Josué 2:19 - Biblia Lenguaje Básico

19 Si alguno de ellos sale a la calle, morirá, y nosotros no tendremos la culpa de su muerte; pero si alguien sufre algún daño dentro de la casa, nosotros seremos los culpables.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Si salen a la calle y los matan, no será nuestra culpa; pero si alguien les pone la mano encima a los que estén dentro de esta casa, nos haremos responsables de su muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Si alguno de entre ellos abre la puerta y sale de la casa, será responsable de su muerte y nosotros quedaremos libres, pero si los nuestros ponen la mano encima de cualquiera que esté contigo en tu casa, nosotros seremos responsables.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 pues acontecerá que la sangre de todo aquel que salga fuera de las puertas de tu casa, caerá sobre su propia cabeza, y nosotros estaremos sin culpa, pero la sangre de cualquiera que esté contigo en la casa caerá sobre nuestra cabeza, si mano alguna lo toca.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Todo el que saliere de las puertas de tu casa será responsable de su sangre, y nosotros seremos inocentes. Pero del que permanezca contigo en tu casa responderemos con nuestras cabezas si la mano de alguien lo toca.

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Josué 2:19
23 Referans Kwoze  

¡Con más razón os mataré a vosotros, que sois unos malvados y habéis asesinado a un hombre bueno en su casa y en su propia cama!


Dios hará que Joab sea el culpable de su propia muerte. Porque él atacó y mató a dos hombres más justos y mejores que él, sin que lo supiera mi padre David. Mató a Abner hijo de Ner, que era jefe del ejército israelita, y a Amasá hijo de Jéter, que era jefe del ejército de Judá.


Pero vosotros los israelitas no debéis tener miedo; la sangre que vais a untar en los marcos de las puertas me servirá de señal. Cuando yo la vea, no haré ningún daño a vuestros primogénitos, sino que pasaré de largo.


Echad la sangre del cordero en una vasija, tomad luego unas ramas de hisopo y untad con esa sangre los marcos de las puertas de vuestras casas. Hecho esto, nadie deberá salir de su casa hasta el día siguiente.


Así, cuando nuestro Dios recorra el país para quitar la vida a los primogénitos de los egipcios, verá la sangre en los marcos de vuestras puertas y pasará de largo. Dios no permitirá que muera ninguno de vosotros.


Si alguien tiene relaciones sexuales con la mujer de su padre, los dos serán condenados a muerte, pues será como si hubiera tenido relaciones sexuales con su propio padre.


Si alguien maldice a su padre o a su madre, será condenado a muerte.


el que esté en la azotea de su casa, que no baje a sacar nada;


Pero los judíos se pusieron en contra de Pablo y no paraban de insultarlo, Pablo se sacudió el polvo de su ropa en señal de rechazo y les dijo: —Si Dios os castiga, la culpa será vuestra y no mía. De ahora en adelante me dedicaré a los que no son judíos.


Por eso quiero deciros que no me siento responsable de lo que pueda suceder a alguno de vosotros.


Pablo se dio cuenta de sus planes y dijo al capitán y a los soldados: —Si esos marineros se van, no podréis salvaros.


¡Imaginaos entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios y los que dicen que su muerte no sirve para nada! Los que hacen eso insultan al Espíritu de Dios que los ama, y menosprecian la muerte de Cristo, es decir, el nuevo pacto por medio del cual han sido consagrados a Dios.


Juradme en el nombre de ese Dios que trataréis bien a toda mi familia, así como yo os he tratado bien a vosotros. Dadme alguna prueba de que así lo haréis.


Los espías le contestaron: —¡Que Dios nos quite la vida si os pasa algo a vosotros! Pero no le digas a nadie que estuvimos aquí. Cuando Dios nos dé este territorio, prometemos trataros bien a ti y a toda tu familia.


No cuentes a nadie este trato que hemos hecho; de lo contrario, no estaremos obligados a cumplir nuestro juramento.


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